Los cimientos del comienzo

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Desde hacia rato, caminaba sin rumbo por la base de la torre, por una sala que parecía los cimientos de la misma, una especie de sótano gigantesco que describiría como una enorme sala inútil y sin uso. No podía evitar arrepentirme por aceptar el reto de los hermanos y entrar en la torre, por que, por desgracia, ahora estaba sola y desamparada, sin un rumbo fijo, y sin saber a ciencia cierta dónde me encontraba, ni tampoco dónde estaban mis compañeros. Una luz se hizo al fondo de la sala, pero no reaccioné: Si era como las anteriores tres, solo sería una estúpida vela en un pilar medio roto. El pilar era el mismo, y la vela seguía siendo la misma, pero no pensaba cogerla: aquello podría marcar si seguía perdida o si empezaba a desviarme algo de mi camino.

- ¡Venga ya! - grité furiosa al ver de cerca de nuevo aquel insignificante pilar, recortado a la mitad, con una triste vela en el centro, iluminando escasos metros de aquella sala.

Cuando estábamos caminando por las llanuras, paramos a repostar en un antiguo santuario, dónde nos dieron cobijo los monjes del lugar. Fue en ese mismo lugar donde nos hablaron de la torre de las ilusiones, y cuando decidimos partir en su busca, atraídos por las historias sobre los secretos que se escondían en la cima de la misma. Algunos decían que se podía encontrar el más grande y brillante de los tesoros, el suficiente oro para comprar todo arcadia. Otros decían que se hallaba una especie de sabio que podía responder a cualquier pregunta, ya fuese sobre el presente, el pasado, o el futuro. Y cuando dos dichosos niños me invitaron a entrar en la torre cuando estaba en el bosque, no pensé que me vería forzada a estar en una situación como esta.

Pensando firmemente en qué hacer para escapar, decidí caminar y marcar el suelo con una flecha, pero varios pasos más adelante, me di cuenta de que aquella sala no era más que un constante bucle que se repetía cuando la luz de la vela no alcanzaba a la vista.

Cogí la vela, la alcé y decidí llevármela, pero el resultado seguía siendo el mismo.

- Espero que el resto estén bien... 

En lo más alto de la torre, los dos hermanos de la torre se mofaban de mis andanzas como niños malcriados.

-¡No me puedo creer que todavía no se haya dado cuenta de algo tan simple! - se reía el pequeño de los dos, pues eran gemelos, pero ella nació unos segundos antes y se le atribuyó el título de la mayor.

- No todos los candidatos son capaces de ver algo como esto, pero normalmente suelen rendirse antes que ella. ¡Al menos tiene agallas!

-¿ Has visto al resto? Parecen incluso más desconcertados en una situación como esta.

- No estarán acostumbrados a manejar una magia o unas armas diferentes a sus armas habituales, ¡Y quizá esos extraños ropajes tampoco les vaya a ayudar nada!

- Bueno, nosotros todavía no podemos intervenir. Tendremos que quedarnos aquí, observando hasta el momento justo - rió el chico de los dos.

- Y si no consiguen superar las pruebas, bueno, ¡algunos algunos de los mundos son agradables al menos!

Sealed Souls EspecialsWhere stories live. Discover now