Perfecto. Comienzo a escribir en este diario y me parece que lo mejor que puedo hacer es realizar una lista de las cosas que debo tener en cuenta para tener el más próspero año.
Tomo la lapicera. La giro entre los dedos, pálidos, con habilidad… de tanto estar aburrida en la oficina me sale perfecto.
Parece que tendría que ir a la playa este verano, estoy muy pálida. Ciel, concéntrate. Pienso y rebusco en mi mente. ¿Qué debería hacer este año para poder completar mi “año perfecto”?
Voy a la cocina y traigo mi taza de café, llena. Le doy un sorbo y sigo pensando. El sillón está cómodo, por lo que me remuevo en él, pareciéndome a mi gata. Ciel, ¿Qué tanto te cuesta concentrarte tres minutos? Cierro los ojos con fuerza y evado un grito de desesperación ante mi total imaginación abierta y mi poca concentración.
Me recuesto, agarro el libro de hojas amarillentas que me regaló mi abuela y que usaré como diario, pesado y de color marrón, y me lo coloco en el pecho. Miro el techo, blanco como mi piel. Liso como mi… no tengo nada liso. Maldita sea. Necesito concentrar mi mente en algo que no sea ni el café ni el techo.
Miro a mi gata, que se sube al sillón y se coloca en mis pies, rozándome su pelaje sobre mi pijama rosa con dibujos de conejitos amarillos que saltan sobre un suelo imaginario mientras comen una zanahoria que es del doble de su tamaño.
Rebusco en mi mente dándome golpecitos en la sien con la lapicera de color azul. Cuando encuentro algo, doy unos retazos en la primera hoja de mi supuesto diario y comienzo a escribir entre las líneas ya medias borroneadas debido a la antigüedad de la libreta.
1. Adelgazar al menos cinco kilos y mantenerlos.
2. No subir de peso en mi cumpleaños.
3. Probar el tequila.
4. Hacerme alcohólica anónima por el tequila.
5. Dejar de beber.
6. Comprarme al menos tres pares de zapatos (Borro esto pero lo vuelvo a escribir… y nuevamente lo vuelvo a borrar. ¿Qué tiene que ver esto con mi “año perfecto”?).
7. Encontrar el “amor”. Y preguntarle por qué me abandonó tanto tiempo (Borro esta ultima parte).
8. Tener sexo (Si, soy una necesitada, pero que se le va a hacer).
9. Ganarle al anciano de la plaza una partida de ajedrez.
10. Leer al menos ciento cincuenta libros (Al menos por internet).
11. Aprender a cocinar al menos agua hervida y huevo frito.
12. Tener una piel bronceada.
13. No querer asesinar a mis familiares en las cenas.
14. No ir al casamiento de Tabitha.
15. Ir al casamiento de Tabitha y regalarle aquel juego de platos que quería.
16. Comprarme al menos tres muebles.
17. Tener al menos dos noviazgos pasajeros (Ni que fuera adolescente).
18. No hacerme ninguna cuenta en esas páginas de citas online.
19. Comprarme chicles de sandias.
20. Comprarme sandias.
21. Comprarme caramelos de sandias y todo lo relacionado a las sandias (Dibujo un corazón al costado).
22. Ir a Londres.
23. Ir a Las Vegas y no apostar.
24. Emborracharme en Las Vegas y perder todo mi dinero.
25. Continuar con esta lista y agrandarla y achicarla depende de lo que la situación disponga.
Cierro el diario, me paro y le sonrío al espejo, donde una anciana me mira con los cabellos parados como si hubiera tocado un interruptor de luz con un tenedor. Bufo y dejo el diario en mi habitación, debajo de la cama, donde hace meses que no limpio, por lo que debo tener cualquier cosa allí abajo… hasta La Parca, que puede estar succionando el polvillo que se acumula allí. Por último, apago la luz y me voy a acostar, pensando en que a la mañana deberé comenzar a hacer que la lista se cumpla.
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Zapatos & Sandías [Pausada hasta Diciembre] ©
ChickLitCiel Maloney tiene veintiocho años. Piensa que su vida ya ha tocado fondo cuando su tía abuela, en una reunión familiar, la confunde con su hermana (la que tiene ochenta y seis años, además de estar difunta). Piensa en renovar sus partidos de ajedre...