-¡Simón! Por favor, entiende- Dice una rubia corriendo por el parque apunto de llorar
-¡No Ámbar, No! Me engañaste- Dijo el mexicano con dolor
-Simón no fui yo, ¡Fue Luna!-
-¿Y todavía te atreves a culpar a Luna?-
-Es la verdad...-
-Luna jamás haría eso, Adiós- Dice el mexicano y después se va con su corazón partido
Ámbar decía la verdad, Luna lo había hecho, aunque nadie le creía