Final. Narrado por Theo

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–¿Estás segura de que me veo bien así, Julie?–Pregunté por décima vez a mi hermana mayor. Ella rodó los ojos.

–Ya te he dicho mil veces que sí, hermanito. –Me sonrió. –Te ves bastante guapo.

Le devolví la sonrisa, aunque de seguro me salió algo torcida por los nervios pero Julieta no dijo nada más y fue a ayudar a mamá a terminar de colocar los platos en la mesa.

A la final me había decidido por una camisa de botones manga larga, a la cual le añadí una sencilla corbata negra, unos jeans negros algo ajustados y zapatillas. Me coloqué un poco de gel en el cabello, dejándolo con un aspecto desenfadado; no saben lo mucho que me costó mantenerlo, así que cuando vi las intenciones de mi hermana por desordenarlo, la alejé dándole un manotón a su mano inquieta.

Volví a consultar mi reloj de muñeca, notando que faltaban solamente cinco minutos para los ocho de la noche, hora que acordé con Bianca para que viniera. Todo esto estaba sucediendo gracias a mi madre, y yo solo rezaba para que en algún punto de la conversación no se animara a sacar los álbumes familiares. Ahí sí que buscaría un hoyo para esconderme.

El sonido del timbre siendo tocado resonó por toda la estancia, sacándome de golpe de mis cavilaciones. Ella ya estaba aquí. Pude escuchar la puerta siendo abierta, seguida de la voz de mi madre y la respuesta de la chica que me tenía alrededor en su dedo meñique.

Momentos después, una muy hermosa y adorable pelirroja hizo acto de aparición en el umbral del comedor.

Llevaba suelto vestido blanco que le llegaba hasta las rodillas, junto con unas zapatillas de bailarina negras y el cabello  flojamente trenzado de lado. Y como siempre, la gorra azul posada sobre sus cabellos combinaba de alguna extraña manera con todo su atuendo, haciéndola ver encantadora.

–Hola. –Saludó en mi dirección con una tímida sonrisa en sus labios. Noté que estaba ligeramente sonrojada, seguramente debido a algo dicho por mi madre.

–Hola, Bianca. –Mi hermana le saltó prácticamente encima, envolviéndola en un abrazo de oso, el cual Bianca aceptó con una risa. –Es un placer conocerte al fin.

Mi corazón se aceleró otro poco en ese momento, como si eso fuera posible.

–Hola, Julieta. Lo mismo digo.

En ese momento mamá volvió de la cocina, quitándose el delantal floreado de alrededor de la cintura.

–La cena está casi lista, pero pueden ir sentándose en la mesa mientras termino.

Bianca se me acercó cuando íbamos a sentarnos como indicó mi madre.

–¿No tendríamos que esperar a tu papá?–Me preguntó en voz baja, sin que Julie escuchara.

La miré de reojo y negué ligeramente con la cabeza, dándole a entender que no era algo, o alguien, que se mencionaba en voz alta. Ella asintió con los labios apretados. Se sentó a mi lado, con Julieta frente a nosotros. Mamá entró luego de un momento con su famoso pollo asado en una bandeja, la cual dejó en el centro de la mesa con una sonrisa enorme al vernos juntos.

Estaba casi seguro de que estaba aguantándose para no ir a buscar la cámara para sacarnos una instantánea. La conocía demasiado bien. Parece que Julieta también pensaba lo mismo, puesto que se estaba aguantando una carcajada al ver mi expresión avergonzada.
Bianca sonrió en todo momento.

–Y dime, Bianca…–Inició mi madre nuevamente dejando los cubiertos en su plato casi vacío ya, con una ligera sonrisa. La pelirroja a mi lado le prestó atención al instante– ¿cómo se conocieron Theo y tú?

Giré a ver a Bianca y descubrí que ella también había volteado a verme con una sonrisilla cómplice en los labios, la cual devolví con facilidad.

Si tan sólo supiera. Miró a mi madre nuevamente.

–Pues verá, señora Beasley. Todo pareció comenzar un buen día de noviembre…

🌼

–La cena estuvo divertida. –Me comentó Bianca mientras caminábamos lentamente a través del pequeño camino de grava que atravesaba mi jardín. La cena había terminado hacía un rato y mi madre nos dejó ir con una mirada que se me antojó a cómplice.

–Lamento los momentos vergonzosos. –Me disculpé rascándome la nuca, sintiendo las mejillas ligeramente calientes. Agradecí que estuviera lo suficientemente oscuro.–A veces mi madre no sabe cuando dejar de hablar.

Ella soltó una risita que hizo que mi corazón diera una extraña pirueta en mi pecho.

–No hay problema. –Nos detuvimos al final de caminito para quedar frente a frente. –La señora Beasley es muy agradable.

Que bueno que no estaba burlándose de mí, aunque ella no parecía ser de ese tipo de chica.

Nos quedamos en silencio por unos momentos, en donde me debatí seriamente entre contarle o no contarle mi pequeño proyecto de escritura.

A la mierda; el que no arriesga no gana.

–Oye, Bianca…–Le llamé casi en un susurro, esperando no arrepentirme luego. Dejó de admirar el cielo para mirarme con esos enormes ojos. –¿Recuerdas que en una de las primeras notas… escribí que algún día me gustaría ser escritor?–Asintió con la cabeza, pareciendo ligeramente confundida. –Pues decidí empezar de una vez.

La confusión desapareció para dar paso a una mirada emocionada.

–¡Eso es genial, Theo!–Se lanzó sobre mí, tomándome por sorpresa, para darme un apretado abrazo. –¿Cuándo me dejarás leer lo que llevas?–Parecía una niña pequeña en una dulcería.

Creo que me enamoré otro poco en ese momento.

–Cuando esté terminada. –Ella hizo un puchero demasiado adorable, sobre el cual dejé un pequeño beso que hizo que sus mejillas se tornaran rojas. –Lo prometo.

Aunque créeme, mi chica de gorra azul; pido cada día que nuestra historia nunca tenga punto final.

Fin

Chica de Gorra Azul © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora