Caminas detrás del grupo, con tus manos apretando los costados de tu mochila y mordiendo tu labio inferior. Nerviosa sería un insulto a cómo te sientes en ese momento. Nerviosa, con miedo, patética, subestimada, dejada de lado. Todo. Entiendes que no eres la más linda ni mucho menos, pero aun así, el dolor de ser sólo… “la otra”, es enorme. Se supone que son tus amigas.
Decenas de ojos se posan en sus cuerpos y en la manera de caminar que provocaría a cualquier hombre. Mientras tanto, tú sólo deseas que él no aparezca en ese momento. No soportarías ver que se come con la mirada a una amiga tuya.
Tragas en seco y decides llevar tu cabeza en alto. Al menos deberías afrontar la situación con dignidad. Pero todo se derrumba al darte cuenta de que quien más quieres, ha decidido pasar de ti y preferirla a ella.