Dos.

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El regidor del Inframundo observaba fijamente al tembloroso muchacho frente a sí. Harry rió, sin ninguna intención en disimular su sonora carcajada. —¿Así bailan los humanos ahora? ¿O sólo te estás acobardando?

Louis volteó hacia el más alto, que se encontraba unos cuantos pasos detrás de él. —¡Estamos en el Edén y tú lo estás destruyendo! –dijo alterado, casi gritando. —Dios estará furioso –ahora estaba casi susurrando. El castaño se abrazó a sí mismo, viendo nerviosamente las hojas de las plantas que Harry había dañado.

Harry se acercó hacia las verdes plantas, recorrió lentamente con su dedo medio una de las hojas más grandes de la misma y presionó levemente el centro de la hoja. Una pequeña cantidad de humo gris se asomó y desapareció casi enseguida de entre la hoja y el dedo de Harry.

Lo había hecho otra vez, Harry estaba quemando el centro de cada hoja que tocaba.

Louis observó a su alrededor, en menos de media hora cientos de plantas se encontraban en la misma situación. Oh no.

—Acércate –ordenó el ojiverde en voz neutra. Louis al instante acató la orden, se acercó a Harry y quedó a la par de él. Louis notó aún más la gran diferencia de altura que había entre ellos, se sintió aún más pequeño y vulnerable que antes. —Adelante, has la pregunta que tienes en mente.

El castaño se removió incómodo, aún abrazándose a sí mismo. —¿Cómo sabes que quiero hacerte una pregunta? ¿También lees mentes?

—Puedo escuchar todo lo que las personas pertenecientes al Inframundo piensan Louis –el más pequeño asintió dudoso. ¿Entonces Harry sabía que lo primero que había cruzado por su mente al verlo esque era atractivo como el infierno? –pensó, enseguida se arrepintió de lo que había hecho.

Harry soltó la hoja que mantenía cautiva entre sus dedos y limpió los mismos en el dorso de su camisa floreada negra. —Así es, sé lo que pensaste eso sobre mí cuando me viste. Me siento halagado –dijo sarcástico con una sonrisa, gracias a esto, Louis notó algo, los dientes frontales de Harry se le asimilaban a los de un pequeño conejo.

Harry frunció el ceño. —Sé todo lo que piensas. Recuérdalo –comentó molesto.

—Lo siento. Aunque, ahm –Louis no tuvo la valentía de observar a Harry tras lo sucedido. —Me gusta tu sonrisa.

Harry asintió restándole importancia. —Bien, hora de irnos.

—¿A dónde iremos?

Harry comenzó a avanzar, dejando a Louis detrás. Louis dió una última mirada a las plantas quemadas, al observar detenidamente las hojas notó algo inesperado.

Oh.

Cada delicada quemadura era una pequeña imagen del rostro de el ojiazul impreso en el centro de las verdes hojas, el castaño se sorprendió, al mismo tiempo un sonrojo casi invisibles se apoderó de su rostro.

—Te dije que le mostraría a los Ángeles lo que habían perdido –Harry seguía avanzando, respondiendo al chico sin verlo.

Louis no pudo evitar sonrojarse aún más, manteniendo la mirada firme sobre la espalda del hombre frente a él, unos segundos después trotó para alcanzar al ojiverde y quedar a la par con el.
—¿Qué haremos aquí?

—Haces muchas preguntas –respondió seco.

—Lo siento –Louis visualizó a su alrededor. El cielo no era como lo había imaginado, aunque si lo pensaba, ninguna característica hasta ahora mostrada de, la vida después de la muerta era como la imaginaba. —¿Volveremos a ver a Dios? –por alguna razón no se atrevía a llamarle por el nombre que Harry lo había hecho.

Satan is Gay |L.S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora