Rodeada toda mi vida en una conveniente burbuja de tranquilidad y conformismo, no podía desear otra cosa que no fuera algo de diversión y entretenimiento en esos días de latosa rutina.
Nunca imaginé que mis deseos de un cambio radical se iban a presentar de madrugada, con la respuesta a una pregunta que había estado deseando meses.
Sentí un violento golpe en mi frente, en seguida comprendí el motivo del futuro moretón que me saldría en la cabeza. Había estado cabeceando unas cuantas veces mientras luchaba con mis párpados cansados. Pero finalmente cayeron, causando mi cabezón contra el escritorio.
Gracias, física.
Si fuese mas ágil mentalente a lo que esa materia se refiere, no estaría despierta a altas horas de la madrugada tratando de entender un ejercicio que parece ponerse mas complicado a cada segundo.
Me senté en el borde de la cama examinando mis pantuflas fijamente. Volteé a ver la almohada y la sentí como si realmente me estuviese seduciendo, pero estaba consciente de que debía terminar esa tarea si quería convencer a mi padre de que el intercambio estudiantil es una buena idea.
Y eso hubiese pasado de no ser porque ahí sentada viendo una pantufla fijamente, la cuál según mi imaginación en algún momento le saldrían patas y se iría corriendo, la puerta de mi habitación se abrió de par en par. Dejando ver a Connor Hamilton, mi alto, pero regordete padre.
Bueno, la tarea de matemática puede esperar y la pantufla no se irá, o al menos eso espero.
—¿Como osas interrumpir mi descanso? Plebeyo desconsiderado
—él tiene puesta una enorme bata gris que le da aún más aspecto de padre de familia, aunque solo somos dos.—No dormías, veo tus tareas sin resolver, y las babas sobre el cuaderno —se sienta en la cama con una expresión llena de cautela.
—Me conoces bien.
—Estuviste dentro de mi antes de nacer, por supuesto que te conozco.
—No es cierto, estuve dentro de mamá.
—Antes de estar dentro de tu madre, estuviste dentro de mi.
—Mi padre es un asco.
—Eso es biología, pequeña mujer. —hace una pausa para entrelazar los dedos de sus manos mirando al frente, presiento que una conversación importante se acerca —quiero decirte algo.
—Adelante —fuí a su lado y me crucé de piernas en la cama esperando su conversación.
—El lunes hablé con el director de tu escuela.
—¿El lunes? Estamos a jueves ¿a penas hoy me lo dices? —me siento indignada —que falta de confianza.
—Mira, quería pensar bien que hacer, tú eres como un animal salvaje, quieres irte de cabeza sin meditar primero las cosas.
—Vale, pero puedo actuar con madurez cuando me lo propongo, espero que no hayas ido a decirle al director que no voy a hacer el intercambio, porque es una gran oportunidad.
Puede que tenga que ser más sincera y decirle que no estoy viendo esa mudanza con ojos de avanzar en mis estudios, sino como la oportunidad para escapar de mi vida en esta ciudad.
—Escucha, hablé con tu director de las opciones que hay para viajar, no solo está ese que quieres en —hace un amago con la mano.
—Australia.
—Australia está muy lejos, con el tipo de trabajo que tengo ¿sabes cuando me costará ir a verte? ¿y el idioma que hablan aprenderlo? —antes de si quiera pensar en interrumpirlo, me hace un gesto con la mano —hablé con tu director, me dio más opciones y hay una buena para ti.
—Ya se por donde vas, justo por eso no te había dicho nada de Italia —guarda silencio, al menos respetando mi frustración —quiero conocer otros lugares, otras personas.
Y alejarme lo máximo posible de mi vida actual.
—En Italia también conocerás gente nueva, además sabes hablar el idioma, y lo que es más importante. Tienes una familia allá que te va a cuidar cuando yo no pueda verte.
Muerdo el interior de mi mejilla casi arrancándome los pellejos por dentro, como una vieja costumbre cuando entro en un estado de concentración absoluta.
—Mi tía está casada, hace años que no la veo, y hasta tiene hijos nuevos —mi padre parece calmado de que no me lo haya tomado tan mal como para salir corriendo del cuarto —no me gusta convivir con niños.
—Yo creo que sus hijastros ya están bastante grandecitos, son del anterior matrimonio de su marido. Además, estudiarían contigo, te vendrá muy bien esa ayuda.
—Aún no he dicho que si, Australia me sigue pareciendo la opción más espectacular.
—Tan espectacular como los muchos kilómetros a los que está y las arañas gigantes —con eso consigue hacerme reír.
Se de sobra que no me dejará ir al país de los animales salvajes, seguro buscó la solución de mi tía para hacerme sentir que aún así puedo viajar y que no está truncando las posibilidades que mis calificaciones me han dado. De alguna forma supongo que le agradezco que no me lo prohiba del todo.
—¿Lo vas a pensar? —cuestiona, pasando uno de sus brazos por mis hombros para apoyarme en él.
Igual no tengo nada que perder, siempre he querido conocer Australia, y esta era la situación perfecta para irme muy lejos y hacer algo con lo que siempre había soñado. Pero ir a Europa me da la posibilidad de alejarme también y cortar toda comunicación con mi anterior novio.
Al final, puede que no sea mala idea.
•••
Creo que esta es la vez numero cien que edito y re-publico este libro después de borrarlo mil veces, lo siento jajaj.
Pero se que en su momento les gustó mucho y quise volver a intentar conectar con esta historia que tenía en el baúl de los recuerdos.
Edite varias cosas con las que no me sentía satisfecha o no me complacen como escritora, así iré haciendo con todos los demás capítulos poco a poco, pero la escénica de los personajes seguirá siendo la misma♥️ solo quiero darle un poco más de sentido, y ver si revivimos esa época bonita en la que escribía romance juvenil.
♥️
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Química peligrosa ©
RomanceGolpear con un sartén a la nueva integrante de tu hogar la noche que llega, no es una forma pasiva de comenzar una relación de convivencia. Eso, los Carletti lo saben muy bien. Ahora, descubre que un golpe es todo lo que se necesita para poner un mu...