Mi vida no siempre fue maravillosa, tenía lo suficiente para vivir, madre, padre y un hermano menor, esa era mi familia completa. Nuestra casa estaba en un barrio noble de San Francisco, nuestros vecinos eran tranquilos y humildes, realmente era todo muy tranquilo.Cuando estaba en preparatoria y en secundaria nunca siquiera voltaban a mirarme, no tenía curvas, y tenía muchas espinillas en la cara y mi sonrisa no era la más linda que digamos.
Como todas, tenía algún que otro crush, pero fui rechazada tantas veces que no las puedo contar, no querían nada serio, sólo jugaban con la tonta e ingenua fea del grupo, sólo en u otra fiesta ocasional en la cual el maquillaje hacia sus trucos se me acercaban, pero de eso no pasaba, se besaban con la Elizabeth bonita, no con la Elizabeth real.
Cuando iba a iniciar en la facultad me metí al gimnasio, en mi último año de secundaria utilicé brackets y también hice algunos tratamientos faciales con el dinero de mi primer empleo.
Decidí cambiar, decidí convertirme en alguien deseada, en alguien a quien todos voltearan a mirar, y lo logré, ¿con qué finalidad haría eso? Simple, devolverle a cada uno lo que me hizo, romperle el corazón.
También logré eso, a cada chico que me hizo algo, directa o indirectamente, le hice lo mismo y después de dos años de facultad me ofrecieron la oportunidad de venirme a São Paulo para trabajar y sí, dejé mi rastro de chicos, dejé mi familia, mis amigos, todo, porque quería arriesgarme en algo incierto.
Al llegar aquí fue una adaptación lenta, sí, mi padrino, Leandro Macedo, me enseñó portugués, me mostró los lugares más populares y me dijo como era la cultura por aquí y demás, estuvo conmigo hasta que conseguí poner todo en orden.
Con lo que no conté fue que me empezó a gustar esa vida de jugar con los demás, antes era una romántica sin remedio, por ello se aprovechaban, porque sabían que siempre les daría una oportunidad por creer en el amor, pero ahora, esa adolescente se fue, desapareció, fue reemplazada por una mujer independiente, valiente y audaz.
No voy a mentir, no estoy ciento por ciento orgullosa de haberme convertido en esto, pero ya que, así soy ahora, nadie se mete conmigo, eso es excelente.
- Entonces daré por concluida esta reunión, lamento haberlos retenido más allá del horario. Hasta mañana - dicho esto todos nos levantamos de la mesa de reunión.
El presidente de la empresa es Bruno Fragoso, un chico de 27 años, guapo, sin duda, cabello negro azabache, ojos marrones casi negros, tez blanca, barba siempre bien hecha, es alto y tiene un físico de los dioses. Es un hijo de papá, aunque es amable y comprensivo la mayor parte del tiempo.
No, no voy a decir que tengo una atracción cliché por él, o lo que sea, porque sinceramente esas cosas me resultan de lo más estúpidas ahora. Pero eso no quita que él me lanza más de una mirada al día y yo claro, le correspondo con una sonrisa coqueta.
- Eli, ¿quieres salir a cenar? - habló sujetando mi antebrazo cuando estaba por cruzar la puerta.
- Lo siento, pero ahora tengo dolor de cabeza, sólo quiero llegar a casa. Nos vemos mañana - me suelto delicadamente de su agarre y emprendo camino hasta el elevador, pero antes de que las puertas se cierren vuelvo a hablar - Y mi nombre es Elizabeth, no lo olvides - le guiño y las puertas se cierran.
Llegué hasta el estacionamiento y lo encontré prácticamente vacío, a esta gente si que le urgía salir de aquí...
Subí a mi auto y lo puse en marcha, también quería irme, las calles estaban iluminadas y la vista era linda al pasar con una velocidad considerable, paré en un semáforo y aproveché para prender el radio, un estilo de electrónica fue lo primero que oí y empecé a tamborilear mis dedos contra el volante al ritmo.
Llegué a mi departamento unos minutos más tarde, tras saludar a David subí rápidamente.
- Hola Marron - saludé a mi gatita. Vino hasta mi mientras arrojaba mi bolso y me sacaba los zapatos.
Empezó a ronronear cuando la cargué en brazos, caminé directo a la cocina y saqué la comida para gatos.
Debía estar muriendo de hambre tanto como yo y para ser sincera me gana la flojera de prepararme la cena por ello opto por pedir una pizza de queso.
Fui hasta el sofá y prendí la tele mientras alzaba los pies sobre la mesita de centro en lo que esperaba el delivery. Encontré una comedia y la dejé.
Cuando eran casi las 23 y ya tenía la pizza terminada recibí un mensaje de Carolina, una de las pocas amigas que hice aquí. Es alta, de tez morena, cabello negro largo y rizado, curvas bien proporcionadas y sonrisa encantadora, es en verdad hermosa. Me dijo que hace tiempo no salíamos y que era la inauguración de una disco nueva, me convenció y acepté ir, después de todo estaba aburrida.
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Bruno en Multimedia.
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La Rompe Corazones © (+16)
Teen FictionElizabeth Fisher es, sin duda alguna, una mujer con la que no debes enredarte. No le importa nadie más que ella misma. Consigue lo que quiere, cuando quiera. Salió adelante sola y así desea seguir, algún lamesuelas no está en sus planes. Si tu objet...