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El temor en tus ojos al decírmelo permanecía allí. Tenías tanto miedo de que te desprecie que estuviste a punto de llorar.

No pude detener mis impulsos y te abracé como nunca lo había hecho; con tanto amor como el que nunca podrías devolverme. Pero yo era feliz así, estregándote todo de mi. No me importaba quedarme sin nada

Si supieras, princesa...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora