CAPITULO 6

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NO HAY QUE AGRADECER

No nos movimos del cómodo viejo sillón por horas; preferimos quedarnos y hablar de cosas sin sentido, de las metas que teníamos, de nuestros anhelos y de cómo podría ser el mundo si este desastre no existiera. Michael tenía la teoría de lo más tonta que alguien podría tener, a Elena y a mí nos dio risa como se metía a fondo con su teoría del mundo que podría ser hoy en día.

— Se los digo amigos, el apocalipsis zombi estaba a la vuelta de la esquina. ¡Pero no! ¡Tenían que llegar estas estúpidas mariposas con su estúpida enfermedad, que es tan estúpida que los zombis tienen más sentido si lo piensas desde la perspectiva de las enfermedades estúpidas! —Michael lo decía con tanto orgullo que estaba a punto, solo a punto, de creerme su teoría.

— No puedo creer que seas de las pocas personas que crean que eso pudiese existir. No tiene sentido alguno, Michael. Piénsalo bien, en serio, ¿muertos vivientes comiendo cerebros? Para mí es solo producto de la imaginación de alguien muy idiota. —Elena reía a carcajadas al darle la contraria a Michael.

Con Riley en el suelo y Elena a un lado rascándole la panza, todo era muy parecido a la normalidad, donde no había gente loca tratando de asesinarnos, donde no había una estúpida enfermedad que te pudiese matar, y donde casi parecíamos amigos normales.

— Elena, cállate. Thomas, tienes que decir tu opinión, el apocalipsis zombi es de lo más obvio que podría haber pasado. ¡Oh, gran Thomas, ilumínanos con tus ideas de un mundo alterno a esta tontería que llamamos vida!

— Eres un tonto con mucha imaginación, Michael. Pero sí, tiene un punto, no era una casualidad que antes de todo esto se hablara tanto de los zombis, para mí también lo más obvio es que el apocalipsis zombi iba a comenzar tarde o temprano. —Le di una sonrisa a Elena, mostrando todos mis dientes.

— Maduren ya, chicos. —Puso los ojos en blanco y siguió rascando la panza a Riley. Sonaba tensa, pero a la vez con una voz muy seria para ella.

Se podría decir que las cosas habían regresado a la normalidad. Solo había pasado un día, y aunque no parecía mucha la diferencia, evitar el tema de Drew con Elena ayudaba, así no la lastimábamos más de lo que ya estaba.

Decidimos salir a tomar aire fresco. Tomamos algunas mantas y las pusimos en el césped intentando que pareciera un picnic. Michael y Elena decidieron jugar póker apostando los dulces que tenía escondidos Michael debajo de su colchón, no obstante a mí no me llamaba la atención apostar dulces y jugar cartas, así que robe un puñado de los dulces y me metí a mi habitación.

Estar en un lugar sin hacer nada me podía poner los nervios de punta, y más por el hecho de no saber qué hacer con el tema de Drew, por lo que para despejar las ideas que revoloteaban en mi mente, me puse una sudadera algo desgastada del suelo de mi habitación, zapatillas para correr, y tomé la correa de Riley. Tomé un lápiz y arranqué una hoja del cuaderno de mi mesa de noche, y escribí apresuradamente:

Fui a correr, regreso más tarde

Dejé la nota en la mesa de la cocina y salí, con Riley detrás de mí, por la puerta principal.

Le coloqué la correa a Riley; debió estar muy emocionado por los brincos que daba y lo mucho que agitaba su cola, ya que había pasado demasiado tiempo desde la última vez que habíamos salido a correr solo por gusto. Estiré un poco mis piernas, y di algunos brincos en mí mismo lugar, cuando sentí que mis músculos estaban menos tensos, comencé a trotar con Riley a mi lado.

Pasamos las calles como si nada. Había poca gente fuera de sus casas; algunos usaban la mascarilla requerida, y otros se habían dado por vencidos de usarla. Para mí era simplemente un estorbo, y no usarla no era mal visto allí en las afueras. Puede que algunos me mirasen raro, pero lo que menos me interesaba era lo opinión de la gente sobre mi salud, la cual estaba en mejores condiciones que la de ellos; podría sonar egoísta, pero tomarse las opiniones muy a pecho solo gasta energía, la cual podrías utilizar en otras actividades en vez de mortificarte de estar bien con la sociedad. Si había de quedar bien con alguien, debía ser conmigo mismo, mi hermano, Riley, y solo un poco con Michael y Elena.

DanausDonde viven las historias. Descúbrelo ahora