Ocurrió de repente.
—Me pregunto cómo tiene que ser eso de enamorarse —dijo entonces Álex.
Había sucedido sin preparativos ni presiones de ningún tipo, solos en casa de Jorge, mientras echaban una partida de Aventureros al tren, uno de los juegos de mesa favoritos de Álex. Hacía ya casi dos años de la fase compulsiva de comedias románticas y los Ciclos Oficiales de Cine se combinaban ahora con visionados de películas en las casas de cada uno. Algunas veces Cheli les instaba a salir de bares, y de vez en cuando lo conseguía. Tenían dieciséis años.
Jorge guardó silencio. Muy a propósito. Pero esta vez Álex, contra todo pronóstico, no estaba solo expresando un pensamiento en voz alta. Quería saber su opinión, y Jorge se sintió acorralado.
—No sé —murmuró—. Bonito, supongo.
No pensaba eso. A veces era bonito, sí, pero la mayoría de las veces era un peso que arrastraba consigo y del que no sabía librarse de ningún modo. Llevaba tanto tiempo sintiéndolo que no sabía cómo empezar a explicarlo. "Hola, Álex. Somos amigos desde hace años, pero ¿sabes? Llevo enamorado de ti todo este tiempo". No sonaba normal. Ni siquiera sonaba creíble. Estaba seguro de que Álex le instaría a dejarse de bromas.
Álex le daba vueltas a su lata de refresco, cavilando. Decepcionada con su respuesta. A veces se decepcionaba con él y Jorge lo notaba. Normal; si él mismo recibiera la clase de respuestas que daba, también se sentiría decepcionado.
—¿Crees que siempre se sabe? Cuando estás enamorado, eres consciente de ello, ¿verdad?
Jorge repasó las nociones que tenía sobre el amor. Las películas solían mostrar una atracción a primera vista, pero sus padres le habían contado que las cosas no siempre sucedían de esa manera, así que tenía que haber grados. Por su parte, lo tenía muy claro: aunque se fijara en otras chicas (y esto sucedía con frecuencia), Álex siempre estaba ahí de una forma distinta a las demás. Era como más intenso, más duradero. A veces más molesto.
—Supongo que depende de la persona.
—¿Y tú? —Álex lo dejó desnudo con una sola pregunta.
—¿Yo? —Jorge se rio—. Supongo que sí lo sé. O sea, lo sabría. Supongo.
—¿Supones tanto porque en realidad tienes dudas sobre todo?
—No, no las tengo. —Aprovechó para devolverle la pelota—. ¿Y tú?
—Sí. Bastantes, en realidad, pero todas en el terreno de lo abstracto.
Un rayo de esperanza se abrió paso entre los pensamientos de Jorge. Seguía esperando, sin prisa en algunas ocasiones, algo más apurado cuando veía que, a su alrededor, sus compañeros de clase comenzaban a echarse novia, a enrollarse medio borrachos con conocidas y amigas en las salidas en grupo. Se ponía nervioso y se sentía solo, invisible para el resto del mundo, como detrás de una pared. Sin embargo, después de esas noches oscuras en las que las sábanas estaban frías y sus lágrimas demasiado calientes, volvía a armarse de paciencia y resistía.
Y lo hacía porque, en ocasiones, Álex hacía cosas que le hacían pensar que —si no la malinterpretaba, algo muy posible— tal vez, quizá, sentía lo mismo que él. Porque creía leer en su rostro que esas noches de desfase no la acercaban a ella a la transgresión alegre y desenfadada que cometían paso a paso Cheli y Migue, sino que la ponían triste, muy triste, y Jorge tenía la sensación de que Álex y él se acercaban a un abismo muy oscuro, y tenía ganas de rodearla con sus brazos y decirle que no se preocupara, que estaba ahí, que él la veía y que no iba a dejarla caer.
Sin embargo, Álex solo expresaba sus sentimientos en negativo, nunca en positivo. Tomaba a Jorge y le susurraba, en pétit comité y con cierta nota de horror, que tal chico no le parecía para nada atractivo; que salir con alguien de su clase tenía que ser agobiante; que, en realidad, ni siquiera pensaba que pudiera siquiera liarse o enrollarse con nadie (Álex lo llamaba tener sexo, pero esto incluía lo primero) así, de sopetón; que le costaba mucho desarrollar un vínculo profundo por nadie, por mucho que lo deseara. Ese deseo que latía debajo de todo el horror llamaba la atención de Jorge.
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Para siempre (Un pavo rosa: Entreactos) (Jorge/Álex)
Teen FictionLos entreactos de "Un pavo rosa" son historias para leer entre el acto I y el II que ahondan en ciertos personajes o situaciones de los libros. ¿Cómo surgió la amistad entre Álex y Jorge? ¿Y es realmente Nick la primera chica en el corazón de Álex...