Estaba recostada sobre el pasto de mi jardín, allí en mi casa, donde mis mas profundos pensamientos florecían, siendo en su mayoría marchitos.
Llevé una de mis manos a mi garganta y clavé mis uñas hasta mi pecho, presionando hasta que salieran litros y litros de pequeñas flores. Mis pupilas se dilataron por el dolor, ¿o era por el placer? Tal vez mi masoquismo ya llegó un poco lejos.
Me faltaba la respiración, pero por lo menos mi pecho ya no se sentía vacío, ahora había miles de flores sobre el.
¿Dejarán de crecer flores en mi mente?
¿O acaso acabo de alejarme aún más de esa ansiada estabilidad mental?
De todas formas el problema ahora era que seguía sintiendo mis ojos vacíos, así que con mis ultimas fuerzas y con un último respiro dirigí de a poco mi mano hacia mis ojos...