Capítulo 16

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Caminó hacia un lado y abrió la puerta para que yo pasara. Parecía ayer cuando estuve recostada en su cama con mi brazo lastimado mientras él me aseguraba que nada pasaría.
Ahora me sentía incomoda y las palabras no llegaban a mi mente. Se sentó en el borde de la cama y lo tenía frente a mí. No sabía ni cómo empezar, pero simplemente trataría de desahogarme... intentaría hablar con él como si Parker estuviera frente a mí dándome ánimos, es lo que él haría.

-Te extraño mucho -susurré sin verlo a la cara, simplemente tenía mi mirada clavada en mis manos. Noté cómo puso sus manos sobre sus rodillas como si tratara de obligarse a permanecer sentado. Bajé la cabeza y traté de mantener la cordura pero la verdad es que las lágrimas ya estaban inundando mis ojos.

-Me alejé de ti porque te quiero -comencé a hablar y su rostro cambió totalmente. Se veía serio y yo me encontraba tratando de tragarme ese nudo en la garganta que me dificultaba hablar-. Te quiero mucho, te quiero desde mucho antes de que te fueras de casa. Te quiero mucho más desde el día que te pedí distancia, porque no quería problemas. Traté de convencerme que hacía lo correcto, pero no lo hice. Esto solo perjudicó lo bien que la pasábamos y tenía miedo, por eso no decía nada. Pero estoy aquí para decirte todo, Joel. Me gustas. Me gusta cómo eres conmigo... me gusta cómo me cuidas, me gusta que seas como eres y me gusta que hayas llegado a mi vida. Y quizá ahora pienses que algo pasa en mi cabeza... quizá pienses que estoy mal y... Dios -sollocé y tragué saliva. Cubrí mi rostro con ambas manos y limpié mis lágrimas. Lo había dicho... y él seguía sin hacer nada-. No encontré la manera de como dejar de pensar en ti, cuando a mi mente aparecían las canciones que me tocabas, el día en el hospital... cuando tomábamos café, incluso hasta cuándo peleábamos. Solo voy por la calle y cualquier cosa, por más insignificante que sea me recuerda a ti.

Bajé la guardia, mi corazón estaba puesto sobre la mesa y él tenía en sus manos un cuchillo que estaba a punto de usar. Esperaba que él dijera algo, que él me corriera de su habitación, que él me alejara completamente de sí. Que me insultara, que me maldijera, que simplemente tuviera las agallas para mandarme más lejos de lo que ya estaba. Las lágrimas estaban bañando mi rostro y yo no podía parar de sollozar, él ahora lo sabía, ahora sabía todo lo que pensaba de sí.  Joel se puso de pie y caminó hacia donde yo estaba. Alcé el rostro y cuando sus manos tocaron mi cara me quedé inmóvil sintiendo cómo él con sus pulgares limpiaba mi rostro. Sollocé levemente y cerré los ojos sintiéndome débil, como si toda esta confesión se hubiera llevado la energía que apenas tenía. Abrí los ojos cuando sentí cómo su frente se pegó a la mía. Yo estaba aún sentada en la silla junto al escritorio y él parado frente a mí con su frente sobre la mía. Su cercanía había hecho que todo el tiempo se detuviera, pero cuando su boca se encontró con la mía, mi mundo simplemente se destruyó. Me encontraba con mis manos temblorosas y no sabía qué hacer en ese momento. Lo había esperado tanto que me resulta verdaderamente irreal que esté ocurriendo ahora mismo. Bajé mis manos a su cintura y lo abracé fuertemente, como si mi vida dependiera de este beso. Y fue entonces cuando él se separó de mí y me miró a los ojos ya no tan profundo ... pero llenos de vida aún. Sonreí y hundí mi rostro entre su cuello, ahora con un millón de mariposas en mi estómago.

- Para ser yo el ciego -susurró con voz un poco ronca- tú eres la que nunca se da cuenta de nada.

Comencé a reír y mis nervios me delataban. Fue una mezcla de nerviosismo y felicidad al mismo tiempo. No sabía que decirle, porque no creí que él sintiera eso... lo mismo que yo.

-Es difícil cuando sabes que no está bien... -susurré.
- Dudo seriamente que esto esté tan mal como la gente dice -murmuró encogiéndose de hombros- no eres mi hermana, sería enfermo si estuviera enamorado de Jess. Tú solo eras la chica bonita que se mudó a mi casa.
Sonreí por milésima vez en este corto tiempo y lo abracé nuevamente. Sus manos acariciaban mi cabello y por primera vez, me sentía protegida... tal como alguna vez me sentí protegida por papá. No sabía que seguía... y no me importaba, solo quería estar con él ahora.

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