Liah
Su voz es única, melodiosa, perfecta.
Los dedos de mi padre se deslizan ágilmente por las teclas del piano. La melodía que escucho es capaz de dejarme petrificada, incapaz de mover un solo musculo; completamente congelada. El amor que transmite aquella canción es sincero, fuerte, valiente.
Real.
Todos nos encontramos nulos cuando la última nota es tocada y aquel abismo de sentimientos transformado en canción termina. Era consciente de que mi padre es conocido por saber expresarse a través de su música y, con sus melodías, hacerte creer que todo desaparece. Disfrutas escucharle, sentirte vivo porque su canción es vida, es amor; es él. Un leve sollozo logra quebrantar la atmósfera repleta de sentimientos en la que nos encontrábamos.
Elena Ainsworth, mi madre, es la causante de tal sonido. Yo estaría exactamente igual si alguien me hiciera un detalle como ese. A pesar de los años, mis padres siguen siendo los mismos adolescentes enamorados que una vez osaron a escandalizar todo el instituto con sus peleas. Papá se levanta, poniéndose en pie, dejándonos en desventaja con su altura. Mamá se lanza a sus brazos completamente conmovida y enamorada. Los sollozos incrementan y me siento un poco fuera de lugar frente a tanta miel.
El tío Castiel, su esposa Katherine y su hijo Chase, deciden salir del estudio al ver la escena que empezaba a desarrollarse. Armin y Abby repiten de la acción; sin embargo, la pareja más inmadura no podía pasar desapercibida cuando caminase, así que todos nos percatamos de su salida al momento que dejaron caer uno de los libros que estaban en la repisa.
—¡Lo sentimos! —dijeron al unísono. Sonreí al escucharlos tan sincronizados. Mis padres continuaban absortos en su abrazo y no se molestaron por nuestras voces. Les hice un gesto con la cabeza a Armin y Abby, indicándoles la salida. Yo me encargaría de recoger el libro. Sin más, desaparecieron por la gran puerta color caoba con detalles victorianos.
—Te amo. —chasqueé la lengua ante el comentario de mi madre. Sonaba extremadamente cursi escuchar esas dos palabras salir de la boca de una escritora romántica.
—Yo más. —me apresuré en recoger el libro del suelo y me dispuse a colocarlo en su lugar, mas me detuve en seco. Casualmente la portada de dicho objeto llamó mi atención. Se trataba del libro escrito por mi madre, inspirado en sus vivencias de adolescente, relata el amor de papá y ella en aquel entonces. Recuerdo como soñé tener una historia de amor igual a la suya, pero mis esperanzas fueron decayendo al darme cuenta de lo idiotas que podían llegar a ser los chicos en realidad. No todos eran como papá.
No todos vestían ropa victoriana.
No todos eran respetuosos.
No todos te hacían sentir especial.
No todos te amaban de verdad.
Por esta razón, ya no espero que un príncipe llegue a mi encuentro, me bese la mano, bailemos al ritmo de una canción lenta y me jure y perjure que soy la única y que siempre será así. No, nunca viviría algo como aquello. En cambio mi madre se había sacado la lotería y no sólo ella, Katherine, Abby, Nora y Michell también habían sido afortunadas con los hombres de los que se enamoraron.
De esos ya no existen.
Y sus hijos son todo lo contrario cuando se trata del chico ideal. Incluso Ethan, mi primo, hijo de Rosa y el tío Leigh, era un patán con todas las letras de la palabra.
—¿A dónde vas pequeña? —la voz de mi padre consigue sacarme de mi ensimismamiento. Me sobresalto al percatarme de que todavía sostengo el libro en mi mano derecha. Me mezo de un lado a otro antes de girar sobre mis talones y encararle. Sus miradas son divertidas al ver mi expresión de horror.
—Sólo me disponía a dejar el libro en su lugar. —contesté.
—¿Segura? —pregunta mi madre—. Parecías un poco perdida viendo la portada.
—Yo... —jugueteé con mis manos—. La portada es llamativa.
—Será eso, o quizás —mi padre negó con la cabeza acercándose a mí. Retrocedí pero no sirvió de nada ya que el victoriano me llevaba ventaja. Sonrió como un crío y posó sus manos en mis costillas, empezando la infernal tortura: las cosquillas. Me carcajeé como loca mientras imploraba piedad. Minutos después sus movimientos se detuvieron de repente y sus fascinantes ojos se clavaron en los míos—. Tú también tendrás tu historia, pequeña, sólo debes ser paciente. —pellizcó mi nariz— Todo a su tiempo, no dejes de creer en lo que deseas.
—¿Y sí lo que deseo nunca se cumple?
—No se cumplirá si no crees que puede ocurrir.
—Es que sé que no puede ocurrir.
—Nada de eso hermosa. —mi madre se unió a la conversación—. Todo es posible en el grado que lo desees, no te limites nunca. Vivirás tus propias experiencias y te enamorarás, porque el amor es fundamental en la vida de una persona, el amor te hace sentir distinto, te hace vivir al máximo. Cuando te enamores, —mamá se acercó a la repisa y debajo de un montón de libros, se encontraba una pequeña libreta de terciopelo negra. La tomó ante la mirada anonadada de papá—. Cuando sientas que alguien te complementa, te hace sentir y experimentar cosas que no conocías, cuando se apoderen de todos tus pensamientos y su imagen se grave en tu mente. En ese momento cariño, lee estos escritos. —me la entregó. La sostuve como si fuese de oro—. Sólo cuándo eso ocurra, no antes.
—Pero...
—Liah. —Papá me riñó. Hice un puchero y asentí lentamente.
—Está bien. Gracias Mamá.
—No es nada, cariño. —la abracé con fuerza—. Aunque deberías darle las gracias a un hermoso chico de hermosos ojos que escribió cada palabra con el mejor sentimiento.
Me separé de mi madre y miré fijamente a mi padre, sus ojos de distinto color me observaban con un extraño brillo en ellos. Toda mi vida había intentado leer lo que aquella libreta ocultaba y hoy simplemente me la estaban entregando, así de fácil. Se trataba de una de las pertenencias más importantes de mi madre y sobretodo mi padre. Allí estaba escrito la parte final del libro de mamá, sólo que éste final era escrito por mi padre y estaba exclusivamente escrito para ser leído por un Ainsworth, pero no cualquiera, uno que se mereciera conocer el final de aquella historia.
Esa era yo.
Me lancé a los brazos de mi padre, envolviéndonos en un abrazo lleno de sentimientos. Amaba a Lysandro Ainsworth con todas mis fuerzas, sin importar sus celos paternales, sus despistes, incluso su facilidad para olvidar las cosas. Era un hombre ejemplar que logró cada uno de sus sueños y forjó junto a mi madre una familia como ninguna otra.
Definitivamente yo quería eso para mí.
💜💜💜
¡Empezamos con un capítulo corto! Luego serán un poco más largos ^^ este es para que sepan de qué va todo. ♥
Nos vemos corazones.
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Corazón De Cristal. [CDM #1]
FanfictionLibro #1 de la trilogía #Cristales. Sus ojos miraban alrededor con ternura. Su voz era capaz de traspasar fronteras. Su corazón de cristal, fácil de romper. Pero era sólo tuyo, sólo para ti. Fanfic Corazón De Melón. ...