Quien diría que al emigrar hasta el escribir cambia. Antes me sentaba bajo los árboles frondosos del pateo de la casa de mis padres, donde siempre había una tranquilidad encantadora y la brisa fresca de los arboles era una bendición, (como me encantaría sentir esa brisita rica en este momento) siempre acompañada de lápiz y papel.
Ahora escribo cuando tengo un tiempito en el trabajo o al despertarme ocupo poco tiempo en la ducha para escribir antes de irme a trabajar, y así estoy como apurada, haciéndolo a escondida como si estuviese cometiendo un pecado mortal. El lápiz y papel se han quedado atrás como todo lo que es familiar. Ahora escribo en la libreta de notas de mi móvil si tengo suerte.
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Confesiones de una inmigrante
Short StorySeguir esta historia, es adentrase en los pensamiento de una joven mujer de 22 años, curiosa, atrevida y tímida a la vez, soñadora por elección... Quien se ve obligada a salir de su país por una fuerte crisis económica. Deberá enfrentarse a una nuev...