Pirimera parte

2 0 0
                                    

PROLOGO

El elfo

Era una noche fría y oscura. El humo de las casas de las aldeas era perfectamente visible desde el árbol del hombre ahorcado. El silencio se vio interrumpido por el pisar triste y lento de un caballo. El forastero entro en la pequeña aldea de Mulbrydale, que en tiempos pasados había sido tan activa y bella pero en ese entonces la guerra había arrasado con todo aquello. Eran tiempos difíciles y ningún habitante salió a recibirlo. Los más sensatos creyeron que era un espía de Begelbud, mientras que otros creyeron que podría ser un Fleder o un Wraith. El forastero se detuvo en la pequeña posada del pueblo. Dejo su caballo y entro.

-Estamos por cerrar señor-le dijo cortésmente el posadero. Este era un hombre moderadamente joven, rondaría los veinte años. Tenía una barba corta y pelirroja. Vestía un delantal de un color gris oscuro. El forastero saco una moneda de oro y se la extendió al posadero –requiero silencio y mucha discreción- El mismo se la guardo rápidamente y le indico al extraño donde estaban las habitaciones –arriba, segunda puerta a la derecha- el invitado inclino la cabeza y desapareció por las escaleras. El dueño se apresuró a cerrar la puerta con cerrojo y poner la traba. Una vez hecho esto, apago todas las velas y se fue a dormir, si tenía suerte, nadie habría notado al elfo que entro en la posada.

A la mañana siguiente Rodrigo, que así se llamaba el posadero, abrió la posada, como todos los días, al despuntar del alba. Limpio las mesas, retiro la tranca de la puerta y ordeno las botellas de la repisa. Una vez terminadas sus tareas, saco un vaso y abrió un vino de Redenia. Alrededor del mediodía entraron los primeros clientes. Normalmente solo eran cuatro clientes habituales más algún que otro viajero. Pero hoy entraron solo dos. Uno de ellos, el más viejo, se sentó enfrente suyo mientras que el otro, que debía redondear los veinte, se sentó en una de las mesas que daban a las ventanas; saco su juego de dados y se puso a practicar.

-¿Cuáles son las nuevas de la guerra?-le pregunto Rodrigo al hombre más viejo -¿nuevas? Como siempre, Castilla y León toman un puesto aquí, Begelbud gana una batalla en los bosques, no hay avance en ninguno de los dos bandos- El posadero comenzó a lavar los platos cuando unos fuertes sonidos llegaron desde la calle -¿Qué está pasando ahí fuera?- se preguntó así mismo, deseando que no fuera lo que él creía que era.

Entraron en la posada tres hombres con armaduras rojas y con un símbolo de un castillo amarillo junto con un león blanco en el pecho, El del medio traía un casco rojo con líneas negras, junto con dos hombreras con pinches, lo que delataba su alto rango. Sus dos hombres cargaban con lanzas largas y bien afiladas. –Requisa- ordenó el capitán. Rodrigo rápidamente dejo el vaso que estaba limpiando y dejo que los guardias revisaran toda la sala. El cliente más joven guardo inmediatamente los dados. Todos temían que llegara la guardia al pueblo, pero todos sabían que llegarían.

Los soldados volvieron al cabo de un rato y negaron con la cabeza. El capitán hizo un gesto de disgusto y les indico que salieran. Acercándose a la barra, apoyo su casco y tomo asiento. Observo las bebidas que el dueño tenia expuestas detrás suyo y vacilo –quiero... ¿tienes un vino tinto del erial?- Rodrigo asintió con la cabeza y fue inmediatamente a buscar un vaso. El capitán se quedó mirando las botellas hasta que el tabernero regreso y le sirvió el vino. El continúo realizando sus tareas matutinas aunque cada tanto le echaba un ojo al capitán. Viéndolo detenidamente no aparentaba más de diecisiete años, y se notaba el peso de la armadura en su cuerpo. "cada vez los reclutan más jóvenes" pensó. Cuando el capitán termino de beber, soltó unos reales en la mesa y se fue. Rodrigo los guardo en un cajón, agarro un vaso limpio y se sirvió parte del vino. Cob, que así se llamaba el anciano, se quedó mirando la puerta.

-¿Qué es lo te atrae tanto?-le pregunto Rodrigo.

Cob, sin decir nada, se encamino lentamente a la puerta y miro por la ventana –al parecer han atrapado a otro- Lentamente, Rodrigo se acercó al umbral de la puerta y salió al exterior.

La corona de PlataWhere stories live. Discover now