HaeChan escribía lentamente el escrito que la profesora había anotado en el pizarrón antes de salir.
El salón estaba hecho un caos e intentando distraerse, intentaba continuar anotando aquel largo texto, pues sus compañeros cruzaban de un lado a otro impidiendo que terminara de hacerlo. Que molestos.
—Préstame un lapicero —HaeChan rodó los ojos al escuchar a uno de sus compañeros. Sabía que si lo hacía jamás seria regresado.
—No tengo... —Respondió ignorándolo, pues este había ido hasta su lugar. — ¡ChenLe! — Exclamó enojado
Su compañero estando frente a él, tomó su lapicera y comenzó a hurgar dentro de ella. — ¡Deja mi lapicera! — Habló por sobre los escandalosos gritos y ruidos que todo el salón hacia mientras jugaban, brincaban y corrían.
— ¡Tienes varias! Dijiste que no tenías... ¿Por qué eres así? —Pateando el suelo con su pie derecho, se quejó infantilmente.
El castaño evitó responder, pues comenzaba a sentirse mal al notar que había sido un poco egoísta. Pero vamos, ¡jamás le regresa nada!
ChenLe no dijo nada más, tomando tres lapiceros regresó tranquilamente a terminar lo que fuese que hiciera. Era más que obvio que el trabajo que la maestra había dejado no era.
HaeChan miró el interior de su lapicera. Esa le encantaba, era de color naranja con distintos estampados bastantes coloridos. Podría parecer de un niño de prescolar pero estaba realmente mona y no le importaba usarla. Su mejor amigo se la había regalado en su cumpleaños.
Pero ese no era el caso, lo que ocurría era que se encontraba en un estado desconocido tal vez para él, y solo con pensar que ChenLe se había llevado algunos de sus lapiceros y sobre todo sus favoritos, lo ponía triste.
Y era extraño. En otra ocasión le hubiera dado igual y solo le pediría a su madre que comprara más. Pero no sabía que le ocurría exactamente, así que sin razón aparente; comenzó a llorar.
Pero en realidad, tenía la respuesta del porque se sentía tan mal. ¿Y saben que, quien tenía la culpa de que se encontrara así?
Una confesión, y el, eso. Por ello estaba de esta manera.
¿Pero qué hay de malo?
— Hyung... ¿tal vez tenga una linda novia de la que yo no sepa?...
— ¿Es a eso a lo que vas?, no tengo ninguna novia — Soltó una pequeña risa. Miraba curioso al contrario, quien nervioso tiraba del cierre de la propia sudadera.
— ¡Eso es bueno! — Exclamó no cabiendo en su emoción. — Digo, es que... yo, yo quería decirle algo.
—Adelante, tengo bastante tiempo... — Mintió. En realidad tenía una urgencia, pero ¿Qué hacer?, no podía negarle nada a aquel pequeño.
—Yo... deseaba que, ah... Mark, me gustas, me gustas mucho. — Confesó por fin. Importándole poco, habló informalmente, algo que jamás solía hacer.
El nombrado no dijo nada al respecto. Únicamente acarició suavemente los castaños cabellos de HaeChan en total silencio evitando la mirada de este.
—Hyung...— Murmuró pidiendo alguna respuesta. Pero no la tuvo.
Sobre su paleta recargó sus brazos, después su mentón sobre estos, y mirando los únicos dos lapiceros que le quedaban soltó un suspiro.
Se sentía tonto.
Intentó no dejar salir lágrima alguna, ocasionando que su nariz se pusiera roja y su respiración se hiciese entrecortada. Palpó sus ojos, estos estaban comenzando a irritarse por frotarlos anteriormente con la manga de su suéter.
Consideraba como "suerte" el tener que sentarse hasta el final de la fila, así nadie o casi nadie lo vería.
***
Cinco horas después cuando el horario escolar por fin había terminado, salió vagamente de su salón.
Caminó totalmente despreocupado hacia la biblioteca, pues tenía que hacer obligatoriamente algún trabajo en ella.
Durante la clase de literatura –la cual era de dos horas- Se había quedado dormido y al no responder a ningún llamado del profesor, fue reprendido repetidamente por él.
—"Llamare a tus padres, no es normal que quieras dormir a todas horas... podrías estar enfermo"— Con fastidio repetía las últimas palabras dichas por el profesor —Ahora tendré que estar aquí más tiempo — Se quejó, abultó levemente sus labios y abriendo lentamente la puerta de la biblioteca, entró en silencio.
—El profesor Jung me ha mandado. — Habló con el encargado. Su rostro no tenía expresión alguna y eso le extraño a aquel chico, pues HaeChan siempre que entraba –a pesar de ir a "trabajar" por no cumplir con la tarea o cualquier falta- era para hacerle primero alguna broma o contarle una anécdota o chiste demasiado gracioso antes de comenzar con su labor.
—Has tenido un mal día, ¿ah? — Comentó a la vez que llenaba la ficha de ingreso para Chan.
—Uh, dos horas en clase de literatura es horrible... así que supongo que sí. — Respondió tomando aquel papel una vez que el recepcionista terminó de llenarlo. — ¿Qué haré hoy?
—Los de último grado de la preparatoria recién han salido. Sabes que vienen los exámenes y ellos ha...
—Está bien — Interrumpió — terminaré de acomodarlos — Haciendo un ademán con su mano, chasqueó la lengua haciendo sonreír al otro.
— ¡No son bastantes! —Comentó mirando la espalda del castaño, pues caminó rápidamente. Quería comenzar con aquello y terminar lo antes posible.
Algunos estudiantes aún no se retiraban, permanecían algunos de secundaria y otros más de la preparatoria, pues su institución contaba con dos niveles.
Así que decidió buscar otro espacio por dónde empezar.
Bastantes alumnos en ese momento, que dilema. Todo un caos, alumnos por aquí y por acá.
La biblioteca no era tan grande, pero si lo bastante para que HaeChan sintiera desesperación al ver tanto libro. Y deseando que se le cayera encima un estante para no hacer nada más; siguió caminado, tal vez mejor perdería un poco de tiempo.
En una esquina se encontraban algunos ejemplares de geografía, estos eran los libros más gruesos y pesados.
—"ni sin bastintis" — Bufó mostrándole su lengua al montón de libros frente a él como si fuesen a ofenderse por ello. También los golpeó levemente con sus puños, haciendo que algunos cayeran, pues estaban apilados.
Los ordenó por número de serie, fastidiado continuó con su trabajo en total silencio, escuchando una que otra suave melodía que sonara por los altavoces de la biblioteca.
Aquello lo único que había ocasionado era que en realidad le dieran ganas de tomar una siesta.
Miró de rojo la mesa frente a él y no dudándolo mucho o casi nada, tomó asiento para recostar sus brazos y rostro sobre esta.
Dormiliento tomó su mochila, sacando de ella su preciada cámara. Observó las imágenes guardadas de unos meses anteriores, donde cada una mostraba armoniosamente un mismo rostro, y en ocasiones acompañado del propio.
—Cuando le vea, realmente... — Susurró en medio de un bostezo mientras sus ojos volvían a llenarse de lágrimas. Recordando cómo fue la última vez que habló con su amigo, aquella vez que ignoró su confesión, que ni siquiera una mirada le brindó.
—Ah... realmente me hace sentir extraño, hyung.
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INMARCESIBLE
FanfictionNunca pensó que la primera vez que besaría otros labios, con tanto amor, cariño y cuidado, nunca pensó que serían los de un chico. Los de su mejor amigo.