Llanto

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- Asuna - Kirito llegó con el aliento entrecortado y se acercó a la chica con la intención de darle un beso, pero en el último instante ella giró la cara y entonces sus labios se encontraron con la mejilla de ella. Extrañado se sentó a su lado en el banco -¿Qué ocurre? Me llamaste con tanta prisa.

La castaña no respondió. Se notaba retraída con las manos hecha puños sobre sus rodillas.

- ¿Asuna...?

Soltó un suspiro y le extendió una de sus manos  -Primero quiero devolverte esto...

-... - abrió la palma y descubrió la alianza dorada que le había dado no hace mucho -¿Qué... qué significa esto?

Ahora Asuna se contrajo y apretó los párpados  -Lo siento Kazuto. Yo... en verdad no quería que esto pasara... ¡pero sencillamente ocurrió! ¡Ocurrió y no pude evitarlo...!

- ¿De qué estás hablando Asuna? ¿Qué mierda ocurrió? ¿Y por qué putas estás terminando conmigo?

-Ka... Kazuto lo siento... En verdad lo siento... -los hombros de la joven se sacudieron en llanto.

-¿Qué es lo que sientes? ¡Habla de una maldita vez...!

-¡Te traicioné! ¡Te traicioné...! -le lanzó en un sollozo.

- ¿Qué putas estás diciendo...? -rió inquieto notando las pupilas enrojecidas y culpables de quien solía ser su novia.

-Eiji...-su voz soltó un sollozo -Eiji y yo... -bajó la vista no siendo capaz de verlo a la cara -...No quería que esto ocurriera... ni él ni yo lo buscamos... simplemente...

No puedo seguir escuchándola... ¿Me va a dar detalles de su affaire? 

Luego de los incidentes en Ordinal Scale, Asuna consideró natural acercarse al pobre muchacho que en otra ocasión fuera su subordinado. Kazuto lo vio normal; ella se sentía en cierta forma responsable de la personalidad que había desarrollado tras el juego de muerte. E incluso le dio el visto bueno cuando su novia mencionó que deseaba ayudar de alguna forma a ese muchacho, y la animó a fomentar una amistad con Eiji. Kazuto era muy consciente de la influencia que la castaña tenía con todo su grupo, y creyó ilusamente que obraba para bien.

Poco a poco Asuna empezó a alejarse de sus amigos, de él, para pasar más y más tiempo con Eiji quien era unos años mayor que ella. Aún así, su carácter benévolo seguía insistiendo en que sólo se trataba de una buena acción.  El pelinegro no dudaba de su novia, podía desconfiar de cualquiera. Menos de ella. Ella jamás le fallaría.

O eso pensaba.

-¿Lo amas...? -le preguntó con pasmosa tranquilidad.

Asuna se había echado hacia adelante y se sujetaba la cara con las manos para ocultar el llanto, o la horrible vergüenza que sentía. Aún así no contestó.

-¿Lo amas? -insistió.

El sonido de sus sollozos aumentó en fragor. Decidió cambiar la pregunta.

-¿Me amas?

-¡Claro que te amo! ¡Eso no ha cambiado...! -sus ojos estaban rojos, y su nariz chorreaba, se limpió con la manga de su chaqueta -Pero...

-¿Qué?

-No... no puedo mirarte a la cara sabiendo que yo fui quien traicionó tu confianza... -se limpió las mejillas inutilmente y sorbió por la nariz.

Kazuto se moría por averiguar más detalles... ¿Qué tanto había ocurrido? ¿Qué tan lejos habían llegado? ¿Por qué? ¿Acaso no le cumplía como ella esperaba...? ¿Por qué había permitido que algo así ocurriera?

¿Hay calma después de la tempestad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora