Clases de piano

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Cuando Taeyang era pequeño, le gustaba ver los altos edificios que estaban en la zona pudiente de Seoul. Le gustaba imaginar cómo era despertar en una cama enorme y mullida, para luego comer un desayuno excesivamente grande y usar ropa cara.

Taeyang sabía que eso no le iba a pasar a él, pero aún ahora, con 22 años encima, le gusta asomarse por la ventana de su apartamento de una habitación, y ver las altas torres de Seoul; para luego acostarse e intentar no pensar en los recibos que estaban sobre el comedor.

Era viernes, y el lunes tenía un trabajo nuevo. Llevaba meses buscando, aunque se podría decir que el trabajo lo encontró a él, que lo estaba esperando desde que era un niño.

Su madre era pianista, una muy buena, pero para nada reconocida. Tenía un trabajo de mesera que no les daba para mucho, pero que era el único que encontró en el que podía hacer su pasión: tocar el piano. Tocaba cada noche en el bar donde trabajaba. Nunca la descubrió nadie, el único que la escuchaba de verdad era Taeyang.

Él heredó el amor por el piano de su madre, por desgracia no fue lo único que heredó. La muerte de su madre le dejó muchas deudas y tristeza.

Taeyang hacía toda clase de trabajos de medio tiempo para salir a flote; y cuando tenía un espacio en el fin de semana, tocaba con su teclado en la calle. Lo hacía tan bien como su madre, incluso mejor, parecía que la música salía de sus dedos al aire.

Cada mes en ese último año tenía más y más tiempo libre para tocar en la calle, aunque eso no ayudaba con las deudas; y llegó el mes en que podía hacerlo a tiempo completo.

Entonces un lunes en la tarde, su trabajo soñado lo encontró y se le acercó.

—Hola, soy la asistente personal de la diseñadora Min Sun Hee, ella está buscando un instructor de piano para su hijo, y creo que serías perfecto.

Y así de fácil consiguió un trabajo que le permitía hacer lo que amaba y le ayudaría a pagar sus deudas.