Capítulo 3

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Inconsciente
«El momento más vulnerable del ser humano no es la niñez, es el instante en el que todos sus sentidos se apagan para navegar en posibilidades fantásticas».

Steve abrió los ojos de golpe sintiendo su corazón rebotar con rapidez contra su pecho. De nuevo estaba en esa habitación, otra vez estaba allí, atrapado. Miro sus muñecas desesperado. Estas estaban bien, no había marca alguna en su piel y por ende no había unas esposas en estas. Se sentó en la cama sintiendo el aire faltarle y llevó su mano izquierda a su cuello del mismo lado, tocó con delicadeza aquella área en busca de alguna señal de algún piquete pero no había absolutamente nada. ¿Había sido todo un sueño?

Aún fuera de lugar llevó su mirada a su lado derecho, todo aún estaba algo borroso así que no se detuvo a apreciar cualquier otra cosa que no fuera lo que buscaba. Las flores aún estaban allí, se veían algo secas pero cuando las tocó no cambiaron de su actual color a uno marchito, claro ya estaban en el proceso de descomposición pero eso era lo normal.

Suspiró con pesadez y alejó su mano derecha de las flores dejando esta caer a un costado de su muslo derecho. ¿Que había sido todo aquello entonces?

Antes de que pudiera siquiera decir algo en voz alta, para si mismo, logró ver una cabellera castaña no muy lejos de donde las flores se encontraban.

Con interés se inclinó un poco para poder ver de quien se trataba, aunque ya tenía una ligera sospecha de saber quién era.

Steve cerró con fuerza sus ojos al ver a Tony en un sofá —que el mismo genio parecía haber metido a la habitación—: dormido, recargando su cabeza en la pared. El genio estaba en una muy mala postura —ya que su cabeza estaba muy inclinada hacia su lado derecho—, pero aquello no pareció molestarle ya que se veía que estaba en un profundo sueño.

No se necesitaba tener la vista de un súper soldado para ver la grasa que se encontraba en las manos de Tony y aquella ropa sucia que portaba —cosa que era muy normal en él; debido a los excesivos proyectos que él mismo se ponía para apoyar aún más al equipo o para la compañía.

Steve abrió los ojos nuevamente viendo a Tony en la misma posición, se veía tan tranquilo así pero aunque estaba dormido Steve sabía que su cerebro seguía trabajando a mil por hora, como siempre.

—Buenos días, Capitán Rogers. —La monótona voz de la inteligencia artificial le hizo erguirse, totalmente alerta ante cualquier ataque.

No era nada personal la reacción de Steve. Bueno,en realidad lo era pero era innecesaria debido a que aquello parecía haber sido solo una pesadilla.

—¿Se encuentra bien, Capitán? Mis sensores indican que está alterado, tal vez debería descansar u...

—No, no —negro abruptamente Steve, aún con su postura rígida esperando a que en cualquier momento aquellas frías esposas salieran de la cama—. Estoy bien, solo... solo tuve un mal sueño —admitió con pesadez, sintiéndose repentinamente mal por desconfiar de tal maneara de la inteligencia artificial y por ende; de Tony.

—¿Desea hablar sobre eso? —preguntó enseguida Viernes, si le era posible decir a Steve esta sonaba intrigada al ofrecer su ayuda.

—No es necesario, ya no recuerdo bien que fue lo que soñé —mintió.

—No sabes mentir ni sobre tus sueños, Cap —señaló una familiar voz masculina.

Los ojos azules se enfocaron en los miel que le veían con cansancio pero a la vez alivio.

—¿Tan mal me veo qué tienes que poner esa cara? —preguntó sardónico, arqueando una ceja en dirección a Steve.

—¿Dónde estamos? —preguntó serio Steve, dejando los juegos de lado.

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