II

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¿Qué es eso? No termino de darme cuenta. Es... parece ser una calavera. Si, es una calavera, como de algún animal. Como de un carnero. Con sus grandes cuernos y su huesudo rostro. Me perturba; me siento incómodo. Está cerca; sus cuencas ausentes de ojos, parecen verme, me intimida. Empieza a girar en el mas negro espacio. Da vueltas y aumenta la velocidad hasta que apenas se distingue; va tan deprisa que el filo de sus cuernos se hace peligrosamente tétrico. Me despierto agitado unos poco minutos antes de que la alarma suene. Luego del desayuno me marcho al liceo, donde vería a todos mis compañeros, incluso a los que habían estado de vacaciones.

Al llegar a la entrada, caminando ansioso, me encuentro con Victoria, quién bajo el arco de la puerta se encargaba de vender todos los periódicos que podía.

- ¡Manuel! ¿No querés uno de estos periódicos? - me gritó, mientras agitaba uno de ellos en sus manos.

- No - respondí secamente, luego sonreí con algo de malicia y seguí mi camino.

- ¡Pero están hechos por mí! - gritaba desde la puerta.

- ¡Por eso no los quiero! - respondí.

Recorrí los pasillos en busca de mis amigos. Encontré a Julia, me acerqué y la saludé. De pronto reconocimos a Ámbar y sus amigas, y aunque intentamos evitarlo, ellas nos vieron y nos quisieron saludar.

- Hola Juli, ¿cómo estás? - saludó Abril con falso interés.

- Excepcional... - contestó Julia con sarcasmo.

- Ay si, divino, ¡genial! - exclamó Agustina muy emocionada, algo exagerada - amo la vuelta a clases.

- ¿En serio? - preguntó Julia, incrédula.

- Si, es que a Agus le emociona volver a estar en el coro y en teatro - aclaró Ariana, mientras nos saludaba - ¿pero no extrañaban el liceo?

- No - dijo Julia.

- Ni un poco - respondí al instante.

- Dejen de hacerse los chicos rebeldes, que sus promedios no son menores a diez... - refunfuñó Ámbar.

- ¡Ay! ¡Vos lo decís porque al fin vas a poder hacerte ese piercing que tanto querías! - interrumpió Abril, contestándole a Ariana.

- ¿Te vas a hacer un piercing? - preguntó Julia, con mirada juzgadora.

- Si, al fin pude convencer a mis padres - dijo con entusiasmo.

Sonó el timbre y entonces cada uno se dirigió a su salón. Las clases iban bien, todo parecía un comienzo de año habitual en el liceo Estela Zodia, situado en el gran pueblo o pequeña ciudad donde resido. En algún momento vinieron flashes a mi mente de aquel absurdo sueño de anoche. Incluso tenía la sensación de que no era a una vuelta al liceo ordinaria, había algo inusual, aunque no podía determinar el qué.

El timbre del receso más largo sonó y me reuní con Celeste y Mora, luego se nos unieron Melissa y Miranda.

- ¡Chicos, miren en esto! - exclama Miranda, emocionada, y saca un montón de tarjetas.

- ¿Qué son? - pregunté, curioso.

- Las invitaciones de mi cumpleaños, bobo - responde Miranda y con energía agrega - ¡Acompáñenme a repartirlas! Vamos, muévanse.

- Pero vos cumplís en Agosto... - cuestioné, sin entender.

- Ya sé, genio - decía Miranda mientras nos empujaba con sus manos en la espalda a Mora y a mí - Pero es mi cumpleaños de 15, tuve que hacer reserva antes; en este pueblo, el único salón de fiestas tenía todo ocupado, era para el mes o el año que viene, ¿qué elegirías? 

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⏰ Última actualización: Oct 21, 2017 ⏰

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