Era una noche prometedora risas alegres y contagiosas inundaban el medio, varias personas alrededor de una fogata vestidas todas de blanco contemplaban el espectáculo, algunas personas entonaban rezos y canciones, pues era el evento más grande celebrado.
Becca la hija del más poderoso mago de la zona ascendía después de largos años como aprendiz, ascendería. Ella se encontraba observando a todos los presentes en lo alto de una tarima, se hallaba un poco nerviosa, su abuela Dorothea subió torpemente las escaleras llevando en su mano izquierda una tiara, y en la otra un cuchillo.
Bienvenidos a todos – dijo Dorothea – Hoy celebraremos el ascenso de Becca Amat hija de Alfred Amat y Eleanor Ross, este día será recordado como el evento más grande de magos.
Dorothea colocó la tiara echa de hojas en la cabeza de Becca, y procedió a coger su mano derecha alzándola sobre sus cabezas, las dos bajaron al mismo ritmo hacia la fogata, ya en ella Dorothea corto la palma de Becca e hizo derramar su sangre en el fuego el cual al caer la primera gota de sangre se hizo más grande, cayo la segunda y tercera gota provocando que el fuego saliera de su límite quemando su alrededor, sus llamas no eran ordinarias eran de un rojo vivo.
Dorothea se apresuró a echar leche, aceite y miel en las candentes llamas apaciguándolas, los espectadores se quedaron pasmados viendo el rastro que dejaron las llamas, cuando de lejos se escuchó palmas, todos abrieron paso a Alfred que venía con una gran sonrisa de suficiencia en el rostro.
-Si yo tengo un gran poder, mi hija no será la excepción- intervino Alfred. Los espectadores empezaron a imitarlo dando grandes palmadas que se escuchaban en toda la zona.
Alfred se acercó a Becca y la abrazó, acto seguido todos los presentes fueron a felicitarla, Becca fingía una sonrisa pero por algo muy extraño en si misma estaba inquieta y preocupada.
A la mañana siguiente, Becca estaba agotada, no sentía ánimos de levantarse, cuando tocaron la puerta.
-Pase-
-Becca, ¿cómo te encuentras? – preguntó su madre.
-Bien, solo un poco cansada –
-Descansa hija – le dio un beso en la frente y se marchó.
Pasaron cinco minutos y la chica decidió levantarse, miro la palma de su mano derecha no había cicatriz ni siquiera un leve rojo que indicara que la habían cortado, sonrió para sí, su curación progresaba, ahora se sentía parte de su familia, sus tíos, primos y abuelos se curaban rápido, algunos se regodeaban de haberse aprendido a curar a los 5 años. Camino hacia el espejo y repaso con la miraba sus cabellos castaños, sus ojos verdes, sus rojas mejillas y su delgado cuerpo luego pensó <<Así que maga >>.
Tomó el nuevo vestido que su padre le había regalado la noche anterior, era simple resaltaba sus curvas y no era muy bajo tenía una capucha, era azul. Iba bajando las escaleras, cuando escucho a su padre hablar acerca del matrimonio de su hija, se asombró ella era su única hija.
-Ahora ya es una maga, y no cabe la menor duda de que será la mejor- farfulló su padre.
-Eso lo sé, pero aún estoy intrigado, nunca había visto esa clase de llamas antes, sabes lo que puede significar, si no te lo has planteado yo tengo una versión tal vez y sea el fin de los brujos blancos – continuó una voz grave.
-No lo digas, no insinúes que mi hija será la detonante de nuestra extinción, yo mismo me encargue de matar a todos los brujos negros que rondaban por aquí, créeme hasta el último, desde entonces nunca se ha vuelto a mencionarlos –contestó histérico.
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El complemento
Fantasy"La magia, es solo eso. Quien la use y en que forma la define"