Prólogo

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—Hayes,Hayes...—gimió pausadamente debajo de mí,cada vez más fuerte.

—Ayleen...—jadeé

Sus uñas se encajaron en mi espalda,haciendo que mi piel ardiera.

La embestí una vez más y gritó fuertemente,contrayéndose contra mi cuerpo dejando salir un leve suspiro al llegar.Sentí su pecho subir y bajar contra el mío,tratando de regular la respiración,soltando jadeos contra mi oreja.

Me levanté rápidamente,casi de golpe.

No me gustaba quedarme ahí con ella porque me hacía sentir como si fuéramos algo.Me hacía pensar en el amor y todo eso pero ella nunca podrá ser ni llenar lo que yo solía conocer como amor.

Recogí de un zarpazo mis pantalones y me dispuse a ponérmelos sin mirarle a la cara.Ya había conseguido lo que quería y ya me había desahogado.Ya no la necesitaba.

Escuché un quejido de su parte casi a borde de un berrinche pero ni eso me hizo prestarle atención hasta que la escuché llamarme y no me quedó de otra que mirar.

—Hayes—me dijo a modo de recriminación.Mi mirada viajó sin interés de la hebilla de mi pantalón a ella,empezando a sentir esa irritabilidad que se me hacía familiar cada vez que ella hacía esto—¿Es todo?Te levantas así como así, ¿quién mierda piensas que soy? ¡No soy tu puta!

Mi mirada siguió igual.Incliné un poco la cabeza antes de hablar.

—¿Qué crees que estoy haciendo? Es obvio que he terminado contigo.Tú deberías estar haciendo lo mismo e irte.

Soltó un golpe a la cama con fuerza,chillando.

—¡No me hables así! ¿No puedes...?

Iba a seguir hablando pero la corte de golpe.Ya fastidiado por sus palabras.

—No puedes pedir amor o una mierda como esa en un lugar donde claramente no te lo darán.—dejé de abrocharme el pantalón un segundo para mirarla directo a los ojos,fue como si ella quedara congelada.Aparté mi mirada de ella.

—N...no te estoy pidiendo un amor de película ni nada de eso.Yo no soy así

La atajé

—¿Entonces?—mi voz sonó dura sin poder evitarlo

—Sólo te estoy pidiendo que no seas un imbécil conmigo,Hayes. ¡¿Es mucho pedir?! ¡Te soporto todo! ¡Incluso que me llames como esa perr...!

Sus palabras quedaron a medias cuando de un jalón la atraje hacia mí fuertemente,casi asfixiándola.

Apreté sus muñecas con fuerza,mis ojos se volvieron negros.

—No la llames así.—mi voz ardía,después de todo ese alcohol.

Ni ella ni nadie puede ensuciar su recuerdo.

Parpadeó nerviosa y se intentó mover.La apreté con más fuerza.

No me reconocí pero, ¿qué importaba?Ya ni yo sabia quien era.

La escuché soltar un leve gemido de dolor sólo así soltándola de mi agarre.

Se separó de inmediato.Sus muñecas habían quedado rojas,con mi mano de tatuaje.

Se agachó y tomó de forma brusca su ropa,medio vistiéndose.

Se dio la vuelta para irse pero Ladridos le cerró el camino,ladrándole molesto.

Ella lo miró con rabia y apretó sus cosas.

—¡Hazte a un lado estúpido perro!

—¡Tina lárgate!—alcé la voz señalando la puerta.

Y en dos segundos escuché la puerta azotarse con fuerza.

Ladridos se acercó y al verlo olvidé mi enojo.A la falta de Ayleen supimos mantenernos el uno a otro.Nos hicimos compañía varias noches de desdén,solo teniéndonos el uno al otro,acompañándonos en nuestro dolor.

—Lo sé,muchacho.Yo prefiero a Ayleen también.—acaricié su cabeza en media sonrisa,agachándome a su altura.

Y cuando me levanté de nuevo regresaron todos los recuerdos.Eran cómo demonios que no me dejaban en paz día y noche.Nunca ha parado desde que ya no está.

Ese dolor regresó el cual jamás parará,atormentándome sin descanso.

Abrí un cajón de un jalón y de el saqué mis antidepresivos.Los abrí de golpe como si estos me fueron a hacer sentir mejor o al menos que me hicieran dejar de pensar.Me metí de golpe unos de estos a la boca pasándomelos con un crudo trago a la botella de Whisky que se encontraba al lado de mi cama.

Quise llorar como de costumbre pero eso ya no era posible porque pareciera como si ya no tuviera lágrimas para llorar.

Quiero olvidar todo esto y estar con ella de nuevo.Sólo la necesito a ella.Es lo único que necesito y quiero y así sé que estaré bien.

Miré hacia la ventana.Me acerqué tomándome mi tiempo,sintiendo el tiempo transcurrir de forma anormal,más lento.Corrí las persianas casi como si estás se fueran a romper.Me asomé de entre ellas y miré al grisáceo vacío.

Mis manos se apretaron con fuerza de la cornisa y mis pies sintieron el frío metal que cubría la cornisa.Primero mi pie izquierdo y después el derecho.El aire recorrió mi rostro,apartando unos cuantos cabellos de el.Mis brazos se abrieron de a poco y cerré los ojos por un momento sintiendo la brisa contra mí.Sintiéndome infinito.

Para algunos sería la gloria pero para mí una desgracia.Vivir infinitamente con este dolor.

Me quise mover pero al hacerlo mi pie derecho se resbaló.Me aferré rápidamente del marco de la venta y mi corazón latió a mil.

Palidecí.

Mi respiración se reincorporó lentamente.Fueron segundos los que bastaron para cambiar mi opinión.

Miré lo que me esperaba pero en esta ocasión ya no sentía ningún temor,todo eso se había acabado.No sentía nada en lo absoluto aunque quisiera.

La recordé a ella.Con su rostro tal y como la vi por última vez.La sentía tan cerca,casi como si pudiera tocarla.

De pronto,seguir aferrándome de la cornisa se me hacía tan innecesario.

Así que eso fue lo que hice.

Amor Eterno ; Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora