No se muy bien como fue que llegué hasta ahí o el por qué de esto, pero ahí estaba. No podria decir exactamente la hora, pero me daba la sensación de que era de madrugada. Hacía frío, no te calaba los huesos pero si se llegaron a herir un poco mis mejillas, y sentia mis manos heladas. Me encontraba solo en medio de una carretera desconocida y obrega, iluminada únicamente con la luz de la luna y el melifluo sonido de la brisa que llevaba consigo hojas secas, extrañamente no tenía miedo, sentía mucha paz.
Yo llevaba puesto unos jeans ajustados, unas zapatillas sencillas y una sudadera de manga larga gris, con la capucha protegiendo mi cabeza del clima que hacia.
No caminé, no sentí la necesidad de hacerlo, solo me quede observando mi panorama con parsimonia, la hierba en constante movimiento por el viento y la luna llena y brillante, que se hacia cada vez menos nítida por la neblina que ambientaba el lugar.
De pronto empezé a sentir angustia, una ansiedad conocida. Era la misma ansiedad que me visita algunas noches justo antes de que empiezen mis ataques de pánico. Sucinto a esto mis ojos se nublaron con las lágrimas que amenazaban con salir, mi respiración empezó a hacerse entrecortada y el oxígeno comenzó a hacerse mas denso, mis puños se apretaron con mucha fuerza hasta sentir como mis uñas atravesaban mi carne y abría paso a un líquido escarlata bastante conocido para mi.
Estaba teniendo otro ataque y lo sabia, asi que con desesperación comenzé a sollozar intentando hacer el menor ruido posible, dando inicio a hipidos casi inaudibles. Mis piernas fallaron y caí de rodillas al suelo haciendome daño en estas. Hasta que llegó.
Sentí una presencia ajena a la mía, asi que con algo de temor subí mi mirada y logre divisar a alguien, un chico, aparentemente desconocido. Estaba en frente de mi, vestido casi igual que yo, con la diferencia de que su sudadera era negra. Con algo de verguenza me levanté y destensé mis puños sintiendo un poco de ardor en las pequeñas heridas que dejé, el permanecía en silencio, pero no era incómodo, mas bien reconfortante, mientras me observaba con una mirada serena y una ligera sonrisa que logró parar mis lágrimas.
Noté que era un poco mas alto que yo, e igual traía su capucha cubriendo su cabeza. Escruté su rostro, ahora no recuerdo como era pero si recuerdo lo que provocó en mi pecho y en mi vientre.
Estaba perdido en mi labor de escrutinio cuando violentamente fui sacado de mis pensamientos, con unos brazos firmes rodeando mi cuello y una mejilla apoyada en mi frente, en un abrazo que correspondí con mis brazos alrededor del torso ajeno y mi rostro hundido en su cuello.
La sensación que me provocó fue instantánea; exhalé profundamente sintiendo como mi cuerpo se libraba de esa sensación de pesar para llenarse con una ataraxia inexplicable.
La serenidad inundó mi cabeza, enfriando mi mente, ya no sentí dolor de cabeza ni el ardor en las palmas de mis manos. Mis ojos empezaron a soltar lágrimas involuntarias que mojaban la prenda del contrario, pero no eran de dolor, era la emoción de estar en los brazos de ese chico que, aunque apareció de la nada, me hacía dejar de sentir miedo por una vez al fin.
-Ya no llores pequeño- su voz no está clara en mi mente, pero si recuerdo que fue como la canción mas hermosa que pude escuchar- No más dolor
Afianzé mi agarre en su espalda y hundí más mi cara en el, para luego sentir como él se aferraba más a mi, mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho, y por esta vez no era horrible, sinó satisfactorio. Estaba sintiendo una fortaleza que nunca conocí, y no queria soltarlo jamás.
-Ya no tengas miedo ¿si?- se separó un poco de mi y tomo mi rostro entre sus manos- No te dañes más, Bebé.
El apodo me hizo sentir pequeño pero no aparte mi vista. Él me miraba con una profundidad inefable, y derrepente el ambiente gélido desapareció y en su lugar senti una calidez en mi pecho que hizo que esbozara una pequeña sonrisa, a lo que él respondió con otra, una sonrisa hermosa, que aunque ahora es borrosa en mi memoria, la sensación que me transmitió es inolvidable, se tatuó en mí sin avisar.
Sentí como posó sus labios en mi frente, dejando un corto y tierno beso que erizó mi piel y estremeció cada pequeña parte de mi ser, instintivamente cerré mis ojos, dejando caer unas últimas lágrimas resagadas, para extender la sensación un poco más.
-No me dejes- por primera vez mi voz hizo acto de presencia, esta estaba algo rota y solo era un pequeño hilo apenas audible- por favor...
El vió mi mirada tímida y sonrió, acarició una de mis mejillas con un tacto extremadamente delicado, como si yo fuese un muñeco que con el tacto más mínimo se pudiese romper.
-Eso nunca - su voz era suave, pero firme.
Siguió con sus caricias, hasta que yo tomé la iniciativa y dejé un casto beso en la comisura de sus labios sin medir mis actos. El cerró los ojos ante esta acción y luego los abrió para mirarme nuevamente, bajó una de sus manos buscando una de las mías, la cual se encontraba en su cadera, mientras la otra se aferraba a su hombro. Entrelazó nuestros dedos y pegó nuestras frentes mientras tomaba mi mentón. Cerré mis ojos pero esta vez todo se iluminó y para cuando los volví a abrir estaba en mi cama, con la respiración agitada pero con una tranquilidad que solo esa mañana lluviosa y fria, y aquel inefable sueño podria darme.
No estoy seguro que pueda significar, pero solo se que ansío poder volver a tener ese sueño, y quien sabe... Con algo de suerte, puede que tal vez mi sueño, algún día, se haga realidad...
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N/A: Pues bueno, no se si esto le llegue a gustar a alguien, solo lo publiqué porque es exactamente un sueño que tuve. Desperté esta mañana y solo lo escribí con temor a olvidarlo, aunque no creo que vaya a olvidarlo fácilmente... De todas maneras, gracias por leer y por tomarte tu tiempo...-Jess
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Don't leave me... Please [(O.S)]
Historia Corta-No me dejes... Por favor -Eso nunca 《Esto es un la simple transcripción de un sueño que me dejó marcado, y que probablemente no olvide jamás》 PD: Es mi primera historia...