Una bien fria y tres vasos, por favor.

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Íbamos caminando por primera vez al lugar ese del que yo sabía que me padre era una cara conocida, ya que todos los días cerraba su herrería a las 6 de la tarde, caminaba 3 cuadras, y 6:10 pm entraba hasta que le sonaba el celular tipo 9:00 pm, esa era la llamada de su esposa, para que volviera a báñese, cenar y dormir. En esas horas siempre era un misterio lo que sucedía para mí hasta ese día. Mi padre decidió tratarme como un hombre, caminamos las 3 cuadras y entramos, cruzamos una puerta de fierro pesada, y nos sentamos junto a un tipo gordo con cicatrices en la cara. El tipo nos mira y mi viejo mirando al que despachaba bebidas.
- una bien fría y 3 vasos. Le grita sentado a una distancia de 5 metros.
- vení a buscarla pelotudo, que te piensas que estás en Hollywood. Fue la contestación que le dio el morocho misionero al que todos le decía "tape"
-si voy a buscarla yo, en una mano voy a traer la cerveza y en la otra voy a traerme a tu señora de la cintura. Respondió mi papá, mientras se reclinaba en la silla y se acomodaba como para no levantarse por nada del mundo.
Yo en ese momento con las manos temblorosas, había sacado mi teléfono y había marcado 911( número de la policía), y esperando el momento oportuno para presionar la tecla de llamada, rogando que si nos pasaba algo, pudieran rastrear la llamada.
Una carcajada fuerte, salió de la boca "el tape".
-sos un atorrante, viejo cachivache. Le grito con ese tono de voz ronca de fumador empedernido.
Nos trajo la cerveza a la mesa y una picada de salamin, queso, y palitos salados.
-y este pibe quién carajo es?. Pregunto con tono despectivo mirando a mi padre, pero señalándome a mí.
-es mi hijo, es medio pelotudo, pero lo traje acá a ver si así se aviva un poco. Dijo mi viejo mientras servía los vasos de cerveza.
Los repartió, uno al gordo que estaba sentado, otro para mí y el ultimo se lo agarro el.
-salud. Dijo sin gritar pero si audible.
Y chocando los vasos comenzaron ellos a beberlo de golpe. Yo ya bebía cervezas desde hacía ya uno o dos años. Pero existía en ese tiempo una leyenda urbana que particularmente ese marca de birra que nos habían traído era venenosa. Se decía que en el hospital del centro de la ciudad, había todo un pabellón con gente que tenía distintas afecciones por beber de esa marca. Entre los internados iban desde quienes se habían quedado ciegos, hasta quienes estaba en lista de espera para recibir un hígado. Mi padre se terminó su vaso, sin prisa pero sin pausa, me miró, jugado y sin lugar para huir, comencé a beberlo, tome mi celular y busque la aplicación para dejar una "nota de voz", en caso de que me sintiera mal, para despedirme de mi madre.
Nada malo ocurrió, me abrió el apetito, termine el vaso y comí los fiambres que habían en la mesa, hasta que comenzaron a hablar entre ellos y yo escuchaba atentamente. El gordo, a quien le decían el "conejo", empezó a decir que ahora estaba trabajando bien con el nuevo intendente. El se encargaba de llenar micros con gente para asistir a manifestaciones. Y que si había manifestaciones que se oponían a los intereses del nuevo intendente, el tenía que ir con su gente y literalmente cagarse a piñas. Por qué queda feo que ante un justo reclamo social el intendente electo mande a la policía.
Mis oídos no daban crédito a lo que oían. Entonces se me ocurrió hacer la primer pregunta de las tantas que jamás debí haber hecho.
-por qué te dicen "conejo"?. Pregunte con la inocencia de un nene de 5 años.
-bueno, ese apodo me lo puso mi cuñado bastante en pedo en el bautismo de mi hijo numero veinte, de quién el fue el padrino. Y con el micrófono en la mano. Grito "Carlos, deja de coger como conejo".
Me empecé a reír de manera descontrolada, pero me trate de contener al ver que ni mi viejo, ni el se reían. Con tono serio continuó diciendo.
-con el tiempo me di cuenta de que yo solo era padre biológico de 14, así que la mate a puñaladas y purgue doce años en cana por esa conchuda. Dijo como si viviera paralizado en ese mismo momento desde hacía muchos años.
Tragué saliva, y comencé a beber más cerveza en silencio. Y ahí me dio un consejo que atesoro hasta el día de hoy en el vip de mi corazón.
-vos pibe tené cuidado, si la mujer fuera buena cosa Dios tendría una, no podes confiar en un bicho que sangra siete días y no se muere. Sentenció con solemne tono.
Salí de ahí no sabiendo en qué creer, en que pensar, ni mucho menos que decir. El mundo tal y como conocía se me hacía extraño, y por primera vez supe que no me la sabia toda completa la Canción de la vida, me permití ser humilde.

Villasastre jockey clubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora