Ya hacía bastante tiempo que con mi viejo íbamos a ese lugar llamado "el villa sastre". En esta ocasión estábamos invitados al asado de fin de año. Como es costumbre acá, en el mes de diciembre, el hígado de cada argentino padece las despedidas. Sería como el ramadán de los cristianos, desde el día 1 de diciembre, nos la pasamos brindando y comiendo. Con todos esos amigos que queremos mantener el contacto, que por obligaciones o mera coincidencia nos vemos seguido. Por eso en el
Mes doce de cada año, siempre nos juntábamos a comer un asado.Los usos del lugar eran raros y fascinantes. Los códigos y conductas comenzaron a parecerme familiares y empecé a practicarlos de un momento a otro. Como por ejemplo llegar y saludar a todos los presentes con un "Buenas tardes/noches" a todos y si había alguien a con quien se tenía más afinidad los maltratabas un poco. Para demostrar que lo querías, algo así como cariño cavernícola. En esa oportunidad conocí a todos los que iban ahí todo el año. No faltó nadie. Estaba hasta "Don Cali" el presídete del club, ahora legalizada como sociedad de fomento recientemente inscripta en el registro municipal, era un tipo mayor, íntimo amigo del conejo riela, ya mencionado anteriormente, el era el presiente de la cámara de volqueteros, pero su verdadero negocio era la piratería de asfalto, así es el tipo robaba camiones que trasladaban desde combustible, repuestos o lo que sea. En una oportunidad tenían el dato de un camión que transportaba chatarra, el camión era un Mercedes Benz hecho mierda, traía autos compactados del fondo Quilmes, pero el valor de la chatarra subió su precio acusa de la gran demanda de acero que tenía chile por su reciente terremoto. Es decir que las empresas siderúrgicas del país tenían que producir material para enviar al país vecino, y la materia prima era la chatarra. Como el metal en desuso no se puede rastrear y no hay quien lleve un inventario con los desperdicios metálicos o un organismo gubernamental que lo regule, la cuenta era fácil, el camión lo traía hasta el cruce con temperley, ahí lo asaltaban y ya lo vendían a la mitad del precio que se pagaba en cualquier lado, pero con la condición de que era todo en efectivo. Una desinteligencia ocurrió ese día y embocaron a un camión que transportaba bolsas de harina para las panificadoras locales, eso lo supieron recién cuando entraron el camión al depósito sacaron la lona que cubría la carga del acoplado. En primer lugar las caras fueron de espanto por qué no tenían idea del error que había cometido, y mucho menos del quilombo en que se vieron envueltos. Lo que hicieron de inmediato fue buscar el "bicho", así le decían al rastreador satelital que tiene los camiones para seguridad y seguimiento, lo encontraron justo al lado eje delantero, lo derritieron en un tacho de pintura con fuego, y ahora a ver qué hacían con el botín.
Las bolsas de harina se vendieron a un tercio de su valor a las pizzerías locales, un par de bolsas más se donaron a un jardín de infantes para que los pibitos jueguen y cocinen, pero quedaba demasiadas bolsas todavía. Fue la madre del narigón Gustavo, un transa del lugar que venía seguido al club, que dijo que andaba sin laburo y que le habían dado un horno pizzero y una sobadora pero que no tenía metería prima ni espacio donde ponerlas a funcionar. Al principio empezó haciendo pan para los conocidos, después con lo que junto armaba prepizzas que se vendían a precio bastante menor de lo que cualquier panadería, y finalmente cuando se sumó más gente al pequeño emprendiendo, se hacían pizzas solo de mozzarella por que doña Irma, madre del narigón Gustavo, le rompía las pelotas andar variando los gustos. Ese año en las instalaciones del villa sastre tenían una pizzería que funcionaba y daba trabajo a 7 personas del barrio, había motivos de sobra para festejar.
El carnicero del barrio de apellido "morrone", tenía un hijo bastante falopero, que siempre lo llevaban en cana por boludeces que hacía en la vía pública. El comerciante este, conocía a "don Cali" y sabía de su amistad con el jefe de calle que vigilaba la zona, por eso siempre iba a pedirle que le hiciera el favor de hablar con su contacto en la policía para que lo largaran a su hijo, que era pelotudo, pero no un mal pibe. "Don Cali" siempre lograba que el pendejo saliera del calabozo con una llamada de teléfono, y nunca cobraba ese favor. Por eso para esa noche de la cena de fin de año, el "viejo morrone" aportó dos costillares, un gancho de chorizos y un cajón de pollos. Cada uno de los que habíamos sido invitados teníamos que llevar la bebida.
La cena transcurrió en silencio, ya que todos tenía la boca ocupada atragantándose con carne y pan, no había ensaladas por eso es cosa de putos. Después llegó la hora del brindis y yo en el cuarto vaso que empine, empecé a perder coherencia en lo que decía y comenzó a trabarse mi lengua, así y todo seguí brindando. Ya se habían hecho las doce de la noche, mi viejo llamo a María su esposa, para avisarle que estábamos bien, y que volvíamos más tarde. El grupo se redujo bastante, y aún así éramos unos veinte aproximadamente, se había terminado la bebida, y algunos ya empezaron a sacar la bolsitas de papusa, para el postre. Nadie me ofreció, pero estoy seguro que de haber pedido nadie me hubiera negado un "cortito".
-y si vamos a la "puerta azul". Dijo alguien que no recuerdo.
-vamos. Respondieron tres voces al unísono.
Lo miré a mi viejo y el seguimos al grupo.
"La puerta azul" era el nombre con el que se conocía el prostibulo del barrio, quedaba a 8 cuadras que las hicimos caminando, habíamos chupado tanto que me pareció que caminamos más que los mormones un sábado a la mañana. Yo llegue al puterio y me desplomé en un asiento, unas trolas se acercaron a ver si podían ofrecerme sus servicios, pero yo lo único que sentía eran unos retorcijones que lograron levantarme decidido a buscar un baño donde me pase un buen rato entre adormecido y desmayado, sentado en un inodoro. Cuando junte coraje para volver con el grupo veo algo que hasta el día de hoy me cuesta digerir, era el show para calentar al público.Un travesti rubio tirándole la goma a flaco con lomo de patovica, y después de eso, me di cuenta que el traba era el bartender del lugar, me acerqué a la barra y lo encuentro a mi viejo, pido un agua. Y mi papa me dice.
-donde estabas? Te fuiste con alguna pendeja?.
-no me estaba cagando, aparte no tengo un mango, compre está botellita de agua y quede seco. Le decía a mi padre con voz de ebriedad.
-si ténes ganas de recibir algo de cariño, avísame que yo tengo plata. Me dijo mientras se pedía su tercer wisky.
La verdad es que no recuerdo las minas de esa noche, además en el remoto caso de me fuera con alguien, la chota no se me iba a parar ni con la orden del juez, estaba demasiado en pedo y ya me estaba costando mantenerme parado y no mearme encima.Salimos de ahí y como ya tanto mi padre como yo estábamos apoyándonos el uno en el otro para no caernos, mientras íbamos hablando de cosas que nos habían pasado, y proyectos que nunca trataríamos de intentar. Mi viejo en un rapto de sinceridad, saco algo que tenía que decírselo al alguien, un secreto que se le hacía muy difícil llevarlo solo. Me dijo:
-Martín si por esas vueltas de la vida tu mamá me dice que quiere volver conmigo, yo vuelvo sin pensarlo dos veces.
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Villasastre jockey club
Short StoryMi relación con mi padre no fue buena, nunca dejo de recriminarme que mi mama lo dejo, y se fue conmigo a vivir lejos, me culpa de que yo jamás haya insistido en que mi vieja volviera con el. El, mi padre, jamás se le cruzó por la cabeza que su e...