⏳Amor Fugaz⏳

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—¿Aquí?
—Sí, aquí.
—¡Estás loco!, nos pueden ver.
—No nos ven, está lloviendo muy fuerte.
—... No cambias ¿verdad cabrón?
—Shhh, guarda silencio que nos pueden
oír — dijo riéndose.
—Hijo de...
—Shhh... cállate, mejor mira:
—...
—¿Te gusta? —le dijo marcándolo con el
pantalón.

Ella asintió.

—Ven, dame tu mano.

Ella lo hizo.

—¡Joder, está enorme!

Desabrochó el cinto y el botón,
tomó de su mano y la metió dentro.

—...
—Pero bueno, tienes razón, mejor vámonos.
—... Sácalo.
—... ¿Qué?
—¡Sácalo!
—Pero dijiste que...

Y ella con sus pequeñas manos lo liberó.
Salió botando.
Disparado.

—...
—Dame tus pantis.

Ella asintió,
y obedeció.

—Toma cabrón —se las arrojó.
—Parece que más bien está lloviendo
entre tus piernas, míralas.

Y se las mostró,
y las olió,
y las lamió.

—Ven.

Y fue.
Él recorrió el asiento hasta atrás,
al igual que el respaldo;
ella no lo soltaba.
Lo colocó en su entrada
moviéndolo un poco de un
lado a otro para que embonara,
una vez dirijido, se sentó muy
lentamente. Se oía la carne que
se le abría y lo pegajoso que era
hasta que llegó hasta el tope.
Y su cara se desvanecía en cada
centímetro hundido;
él solo observaba sus gestos.

—Ahhh... —susurró una vez todo dentro.

Su cara parecía sufrir.

—¿Te duele?
—Ajáá... —asintió.
—¿Quieres salirte?

Ella negó lentamente con la cabeza,
mientras mordía su labio inferior.

—Quiero... quiero que me cojas...
¡quiero que me cojas duro, maldito...! 😈

El Deseo De Verte Otra Vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora