Darío lleva cinco días naufragando. Este era el quinto día.
Hacía cinco días había perdido a su barco y a su tripulación en la gran tormenta de la cual habían advertido pero él no hizo caso.
Hoy recuerda una vida anterior: lo que había vivido con Seleme.
Y las frías aguas sumergieron a Darío en un mar de recuerdos...
Él recuerda el día en el que se conocieron, en la fiesta de cumpleaños número doce de la dulce niña del barrio, Perla. Recuerda cada una de sus citas, el día de su boda, cada sonrisa que le regalaste y cada lágrima que derramaste frente a él. Recuerda lo cálidos que se sentían tus abrazos y tus dulces besos. Recuerda las emociones que se reflejaban en tu rostro, al ver a sus dos hijos, desde niños hasta el matrimonio de cada uno de ellos.
El pobre y viejo Darío recuerda todas tus alegrías, todas tus tristezas, tus rabias, tus gustos y disgustos...
Lo único que separa aquella vida de esta no es tu muerte o la del mismo Darío. Sino que es la tristeza que él sufrió, haciéndolo sentir muerto por dentro.