Te quiero a pesar de el dolor que me, y TE, causas

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"Quiero que me sientas dentro...Mientras yo te muerdo el cuello~"

Sirius penetraba con descuido cualquiera la entrada del inocente Severus, quién gemía por que se detuviera, que no quería, y que si seguía sería tomado como violación. Sirius tomó por alto aquel echo, y solo atinó a rodear la esbelta cintura del azabache que se retorcía sobre sus piernas, como si su vida de ello dependiera.

"Deja que yo derrame...Mi fluido en el pecho~"

Severus odiaba que su cuerpo le traicionase, que le odiase como todos le odiaban. Sin poder evitarlo, el azabache se corrió en el vientre de su amado violador. Severus no podía creerlo, pero el síndrome de Estocolmo se le había adherido a la cabeza. El castaño lo había llevado a rastras a la habitación, a la fuerza lo desvistió, sin cuidado lo penetró, sin precaución disfrutó del acto mientras que él lloraba del dolor que le daba la penetración a traición por quién alguna vez fue su enemigo. Lo odiaba... odiaba quererlo y no poder evitar que este siguiera profanando su cuerpo como tantas otras veces lo había echo. Odiaba no querer hacer algo. No. Odiaba querer hacer algo y no hacerlo.

"Te ahogas en este pecado~"

La suave y ronca voz de Sirius cantaba aquella lujuriosa canción cada vez que le tocaba de esa manera. Siempre. Severus no entendía como era que la seductora voz de su amante era tan...excitante.

"Oh, me gusta tu rostro llorando~"

Sirius era sádico, agresivo, sin consideración por el bienestar de el cuerpo que él posea. Siempre, en cada ocasión, no solo con Severus, Sirius era brutal con sus víctimas. Ser un animago no registrado tenía sus frías consecuencias, al no tener registro de él, los medimagos no podían suministrarle una poción que reprimía los instintos animales que el animago tomaba. Sirius no podía tomarla de ningún laboratorio, y al transformarse en un perro, sus instintos lo tomaron desprevenido y lo malhirieron, y junto a él a su pareja.

"Y pidiéndome piedad~"

Severus le rogaba, lloraba porque saliera de su interior, pero el animago no registrado solo sonrió con frialdad, sin ser consciente de lo que hacía, siendo tomado por su instinto animal, comenzó a moverse nuevamente, haciendo que Severus gritara del dolor, pidiendo que se detuviera. Ya no daba más. No quería que se repitiera lo que ocurrió la última vez, donde su amor, su pareja, lo había violado hasta llegar el amanecer, hasta que la sangre comenzó a salir de su entrada lastimada, cuando él cayó en la inconsciencia. Pero volvería ah ocurrir. De nuevo.

"Arañando mi espalda~"

Severus ya había tratado todos lo medios posibles por sacar a su pareja de encima en sus 4 años de pareja y relación, pero nunca lograba otro resultado que no sea la excitación del desenfrenado perro de alma lobuna. Sufría. Tanto como Severus lo hacía, Sirius sufría. A cada amanecer, siempre que los rayos de sol le pegaban el la cara, Sirius despertaba horrorizado. Siempre encontraba la misma escena; un Severus cohibido, abrazado a su brazo, todo arañado y sangrante desde cualquier punto por donde hubiera rastro de mordida, con lagrimas secas, abrazado a él con amor y cariño. Siempre. Al llegar el amanecer, los instintos se desvanecían, y dejaban al verdadero Sirius, el amoroso y comprensivo, quién sabía como tratar con amor a su amado Severus.

"¿Te gusta así o aumento la velocidad?¿Tú lo podrás soportar?~"

Sirius se odiaba. Ahora era consciente que lo que Remus pasaba no era un pequeño dolor estomacal y ya, no. Siempre pensó que Remus era fuerte, siempre pensó que ÉL mismo era fuerte, pero cuando los efectos secundarios a su transformación, tres años después de haberse convertido en animago, comenzaron a surgir, cuando ya no tenía más que un demonio en el alma, comenzó a sentirse débil, repudiado. No importaba cuantas personas le sonrieran, cuantas chicas le coquetearan, cuanto le dijeran sus amigos que estaba  bien, que nada malo pasaría, él sabía que era un monstruo, un monstruo que poco a poco iba perdiendo su carisma y amor propio, era por eso que se lo prometió. Con la mirada fría en la luna llena, viendo a su amigo transformarse en licáno, gritó eufórico;

If you Do Do (Sirius x Severus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora