Cap. 7: El blog Z

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Bostecé

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Bostecé. Había dormido bien, estaba descansado, me di un buen baño y también me lavé la cara; sin embargo, todavía tenía sueño, un par de gotas lagrimaban mis ojos. Bajando la escalera, sentí el movimiento extenderse por toda la casa, del lado derecho camino a la cocina, escuché el peculiar sonido de algo friéndose.

—Buenos días... —murmuré entrando.

—Buenos días, cariño —Mamá besó mi mejilla y yo me senté, haciendo una mueca cuando por accidente la mochila toca el área de mi herida.

—¿Todo bien? —preguntó al darse cuenta y asentí, mirando de reojo la silla en donde suele sentarse papá.

—¿Aún no regresa? —No le hizo falta ver para negar.

—Esta noche, nos llevará a cenar —Sonrió para animarme con la idea y yo fingí que así pasó.

Pero la verdad era que no deseaba verlo por ahora. Me salvé por los pelos, gracias a que mi tía contestó el teléfono mis padres no tenían idea del incidente; por supuesto que me llevé el sermón del siglo, pero ninguno se le compararía si ellos se enteraban.

En el mejor de los casos, me recuperaría del hombro antes de que ellos supieran que me metí a la preparatoria en plena noche, unos ladrones casi nos mataron y, de paso, me clavaron un cuchillo en el hombro.

Casual, nada fuera de este mundo.

En el peor, bueno, mejor ni siquiera pensaba en provocarlo.

Papá me mataría primero antes de cualquier posibilidad me obligara a abandonar a lo que él llamaba: mi futuro. Meneé la cabeza, deshaciéndome de mi pensamiento.

—¿Mely? —indagué mientras engullía mi desayuno. Mamá miró hacia la puerta e hizo un mohín, secándose las manos de un paño de cocina.

—Ya voy a despertarla, su profesor está en camino. Tú termina y me esperas en el auto, ¿de acuerdo?

Asentí y se retiró. En lo que fregué los platos, escuché las protestas de mi hermana mientras mamá la ayudaba a alistarse. Dejé todo limpio y salí al auto, un par de minutos después llegó mi mamá y arrancó hacia Houston. Estaba algo lejos, así que nos dedicamos a conversar.

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