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Paul corrió por los pasillos, con la áspera voz de MacNamera persiguiéndole, junto a las risas y pasos resonantes de su séquito. Esquivaba a todos de manera torpe, ganándose algunos insultos,  veían como era perseguido tal gacela por un león, dejando pasar a esta fiera mientras vitoreaban y celebraban, empezando a seguir al dúo. A los alumnos les encanta echar bardo.

Paul intentaba llegar al patio, donde podría correr más, intentar esquivarlos o incluso saltar la barda que llevaba a la libertad, pero parecía que todo el mundo estaba en contra suya impidiéndole el paso hacia las salidas. Respiraba frenéticamente, mientras todos le aventaban insultos y escupían tras su paso, para después inclinarse ante su rey y seguirle.

Alguien le puso el pie, tropezó y cayó sentado en él suelo, mientras todos le rodeaban y reían, siendo acompañados por MacNamera, que se agachó para quedar a la altura de Rosewood.

otra vez huyendo, ¿verdad? ¡¿Que parte de que yo soy él Rey no te quedó clara, nerd!?— tomó la cabeza de su víctima y la restregó contra él piso, mientras los lobos auyaban ansiosos de sangre. Paul intento incorporarse pero dos de los matones tomaron sus brazos, sobrándole únicamente sus piernas para patalear en un intento fallido de escaparse.

—¡Tu no eres el rey!— él chico tapó su boca al igual que los presentes, que soltaron suspiros de asombro y algunos "Uhhh". Paul tragó sonoramente, sabiendo que la había cagado otra vez. Patryck tronó sus nudillos y golpeó la cara de Paul repetidas veces, que intentaba patearle el estómago o parte baja, que al notar eso, MacNamera tomó sus lentes y los rompió a la mitad ante la incrédula mirada de su víctima, para después levantar sus puños en signo de victoria mientras celebraban.

—¿Ven lo que pasa cuando no me obedecen?— asintieron miedosos mientras sonreían  y este tocó la nariz de su víctima par luego reír sonoramente —Quedense con las sobras~— metió las manos en sus bolsillos, caminando entre los alumnos, siendo seguido por sus súcubos, los demás poco a poco cerraban él circulo para poder devorar los restos de la gacela, siendo ahora ellos los que rugían y luchaban por conseguir un poco de la víctima. Un trozo de su dignidad recién cortado.













Él timbre de entrada sonó y todos corrieron a sus aulas, alarmados por los profesores que se acercaban rápidamente al grupo. Tomaron a Paul en brazos, que solo susurraba cosas que no podían comprenderse y lágrimas se asomaban por sus ojos avellana. Mantenía su estado de shock, impidiéndole formular una frase cuando preguntaron quien era él culpable, impidiéndole gemir de dolor cuando él alcohol empapó sus heridas.

Estaba asustado. Sabia su cuando pusiese un pie en él salón todo se repetiría. La señorita Duke le acompañó a su aula, no sin antes que Paul pasase a su casillero por algo de cinta adhesiva para reparar sus anteojos que milagrosamente sobrevivieron.

—No tengas miedo, Rose— la maestra le conocía tan bien que le llamaba asi de cariño, ella comprendía lo que él joven sufría y escondía de sus tutores. No podía hacer nada por él, ya que era tomada por loca por sus compañeros. No estaba loca, sólo que su manera de expresarse era extraña, al contrario, era una persona sabia y lógica. Sabían del trató que recibía su alumno, pero no creían que MacNamera fuese el león.

—No le temo a los golpes— susurró antes de entrar a su salón, con la mirada de cada uno de sus compañeros clavándose en su poca valentía que poseía.

NADA le teme a TODO

TODO y NADA; paultryck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora