Clases de amor #2

Llévame contigo

Ese tipo de noticias no me las esperaba. Mi amigo Pablo tenía dotes de detective y había averiguado que mi querido profesor Javier Balcarce estaba a punto de viajar por un periodo de tiempo indefinido. Me sentía acorralada, por un lado estaban los recuerdos de aquella magnífica velada que pasé con Javier, una noche imposible de olvidar que había dejado mi piel marcada para el resto de mis días. Cada beso, cada instante, cada abrazo volvía a sentirse tan próximo que un escalofrío recorría mi columna obligándome a contener el aliento y exhalar, conteniendo el deseo de volver a vivir esos momentos. Por otra parte, estaba mi razón diciéndome que tenía que hacer frente a la situación y dejar de comportarme como una boba enamorada. Mi deber era seguir adelante con el curso y compartir con Javier solamente el tiempo que fuese necesario para cumplir mi servicio. Un requisito más para graduarme. 

Faltaba poco tiempo para que dieran las 2:00 de la tarde, decidí no darle más vueltas a mis pensamientos, ni dejar que los recuerdos me sumergieran en un ensueño del que no podría salir. Caminé directo a las oficinas para reunirme con él. Ahora caía en cuenta, Javier estaba impaciente por hablar conmigo y arreglar los horarios y tiempos en los que lo apoyaría con el trabajo de oficina, el motivo era evidente, se iría pronto y no podría arreglar nada en su viaje. 

Respiré profundamente y subí las dichosas escaleras de su edificio a paso apresurado. Mi corazón se agitó, pero no era el esfuerzo físico lo que me tenía tan acelerada, eran mis emociones, gritándome que aunque quisiera ocultarlo, el profesor Balcarce tenía mucha influencia sobre mí. Estaba atada a todo lo que él era. Evitarlo únicamente me funcionaba como excusa, una barrera que me impedía enfrentar lo que seguía sintiendo.

La oficina estaba entreabierta. Toqué la puerta un par de veces para alertarlo de mi presencia. Javier estaba sentado frente al computador concentrado en documentos de Power Point. Volteó el rostro de inmediato y acto seguido giró sobre las ruedas de la silla con un pequeño impulso.

-Hola-lo saludé con una sonrisa y me acerqué a paso calmado a darle un beso en la mejilla.

-Hola Kari-respondió y me devolvió el pequeño beso de saludo sin apartar las manos de las agarraderas de la silla giratoria.

Normal. Aburrido. Amistoso. Un saludo cualquiera que volvía a poner en tela de juicio sus cambiantes actitudes hacia mi persona frente a mis amigos. Se había emocionado, casi había apartado a Ana por completo para saludarme y ahora que tenía la oportunidad de demorarse más tiempo, de demostrarme algo... Ahora simplemente se comportaba como si nada pasara entre nosotros. "Exageras" me repitió mi consciencia, tenía que dejar de analizar cada segundo que pasaba a su lado. No era sano buscar señales donde no las había.

Me aparté y volví a sonreír. Javier seguía en su sitio.

-Qué bueno que llegas, estaba trabajando en una presentación para mi clase de mañana. ¿Podrías echarme la mano con algunas imágenes? eso de la creatividad artística no se me da- y acto seguido comenzó a mostrarme en la pantalla los textos a los que quería añadir algo de vida. -No es tanto, en realidad no es necesario que busques mucho, sólo un poco de color para que tus compañeros no se queden medio dormidos en clase-agregó.

Me agaché sobre su hombro para observar la presentación, colocando una de mis manos en el respaldo de la silla para sostenerme, muy cerca de su espalda. Disfruté tener que acercarme. Su aroma me envolvía. Era agobiante lo bien que me sentía con él cerca. Javier avanzaba en la presentación explicando un poco lo que estaba haciendo. No era necesario, ya me había dado instrucciones de lo que quería pero me tranquilizaba no tener que enfrentar el tema de su viaje y simplemente perderme en el transcurrir del tiempo.

-Tal vez puedas incluir algunas animaciones, mientras no abarquen mucho espacio no creo que haya problema. Me ha costado un poco editar en esta mueva versión de la aplicación, pero estoy seguro que no tendrás problema con ello.