Busca tu destino

Capitulo 3.

-¡¿Tres días?!- preguntaba sorprendido el chico pelirojo, al rubio que estaba de pie apagando la fogata -Ta… tantos…-

-Sí. Me hiciste perder tres días de viaje por cuidar tu trasero inconciente- después de apagar el fuego, comenzó a guardar algunas cosas en su bolso -Ahora ya estoy retrasado-

-Lo… lo siento- suspiró desganado y puso la mano sobre su herida -Gracias ¿Cómo podré pagarte?-

Lo miró de reojo y sonrió de lado -Bueno… en mi pueblo, cuando alguien le salva la vida a otro, este se la entrega hasta poder hacer lo mismo- el pelirojo lo miró interrogante y el rubio dejó de lado el bolso para acercársele y agacharse para verlo de frente -Significa que serás mi lacayo hasta que me devuelvas el favor-

Su mente quedó en blanco por unos segundos hasta que comprendió la situación. Se alejó por instinto y terminó chocando con un sauce -¡No, no, no! ¡No puedo hacer eso!- se levantó con dificultad apoyándose en el árbol -Se que hubiera muerto sin tu ayuda, pero yo tengo algo muy importante que hacer ¡No puedo quedarme aquí por mucho tiempo!-

De pronto, el rubio velozmente, desenvainó su espada y la puso en el cuello del chico que tragó saliva. Sus fieros ojos mostraban furia -Me importa una mierda tus motivos. Ahora tu vida me pertenece, así que escoge… O vas conmigo o te corto la cabeza aquí mismo- lágrimas aparecieron en la orilla de sus grandes ojos de iris rojo -No tengo mucha paciencia ¡Escoge maldita sea!-

El filo rasgó la piel levemente bronceada por sobre las letras tatuadas, y la sangre se deslizó por la hoja de acero y su cuello -"¡Ma… madre!"- apretó los puños mientras abría y cerraba la boca varias veces sin pronunciar palabra -Yo… yo necesito llegar a la aldea de los magos…- volvió a tragar saliva -… ¿Pu… puedo pagarte después de hacerlo?-

El rubio lo seguía mirando fijo. De un momento a otro, bajó la espada y la guardó con la misma velocidad que la había desenfundado -Estás de suerte- el pelirojo acarició su cuello sin dejar de verlo -Esa aldea está en mi camino- sacó la capa roja que estaba en la rama de un árbol cercano y se la puso -¡Desde ahora eres mi sirviente! ¡Si intentas escapar, te mataré!- le gritó asustándolo un poco. Fue hasta donde dejó su bolso y revolvió dentro. Sacó una larga bufanda delgada roja con rayas negras -Toma- se la extendió, pero el pelirojo lo miró desconfiado sin acercarse. Se le marcó una vena en la frente -¡Dije que tomes! ¡No quieres que vean tu tatuaje! ¿Verdad?-

Se asombró. Al parecer fue muy obvio tapándolo desde que despertó. Se acercó y la recibió -Gra…-

-Póntela ahora y recoge los demás bolsos- el pelirojo no terminó de agradecer cuando ya le estaba ordenando. Miró hacía atrás. Dos grandes bolsos llenos y juntos lo esperaban -Nos vamos ahora mismo, ya no puedo perder mas días- se colgó su propio bolso y comenzó a caminar.

Suspiró derrotado mientras ponía la bufanda alrededor de su cuello. Sabía que no se podría salvar de esto, pero también estaba agradecido de encontrar a alguien que supiera como llegar a su destino, ya que siendo sincero, él no tenía idea -¿Y a donde  se supone que vas?- preguntó al tiempo que se colgaba los bolsos -"Pesados"- pensó antes de dar un paso aguantando el dolor. Se preocupó por si se abriría su herida.

-Al reino prohibido- contestó pisando varias hojas secas. Se detuvo al no escuchar pasos tras él. Se dio media vuelta molesto pensando que su nuevo sirviente intentaba escapar, pero se encontró con los grandes ojos abiertos mirándolo preocupados y serios -¿Qué?-

Dio un paso hacia atrás -¿E… Eres un caza dragones?- el rubio dio un paso hacia él, pero se detuvo al ver que retorció otra vez -¿Lo eres?-

Aquello lo descolocó un poco. A  cada momento, aquel chico le causaba mas y mas curiosidad -Si te digo que sí ¿Qué harás?-

-Te detendré- habló firme sorprendiendo al rubio que no esperaba aquella respuesta -Los dragones no son trofeos. Puedes demostrar hombría de muchas otras maneras, no solo exhibiendo un cadáver de ellos-

Rió exageradamente y le dio la espalda para retomar su rumbo -Idiota. No iré a matarlos- el pelirojo lo siguió -Voy a conquistar uno-

Lo observó extrañado ante la palabra "conquistar" como si aquellos seres fueran alguna clase de tierra, pero suspiró aliviado al saber que no quería hacerles daño.

En ese momento ambos pensaron que tal vez, solo tal vez, recorrer aquel camino junto al otro, sería un poco divertido.

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Continuara…