He sido aficionado a la caza durante muchos años y hoy os contaré cuál ha sido mi mejor presa. Eso fue al 1997, se llamaba David Grillo y no, no era un animal. David era una persona, fue el hombre con el que fundé un negocio de diseño de mecanismos electrónicos. Él era mi socio, siempre tenía ideas magníficas, quizás hasta demasiado innovadoras, y yo en cambio usaba mi destreza para captar clientes. Lo reconozco, siempre he sido un tipo muy listo y algo frío. Tanto que un día se me ocurrió una idea genial.
Hacíamos dinero, mucho dinero; pero me di cuenta que mi socio se había acomodado en sus diseños pasados y había perdido la capacidad de innovar. A pesar de ello seguimos llevando el negocio al cincuenta por ciento. No era justo. Yo era el que trataba con los clientes y coordinaba los empleados, y él y su departamento de investigación era inútil, inservible.
Soporté tal situación hasta que vi pasar una oportunidad irrepetible, de aquellas que te arrepientes cuando la dejas pasar. Un día en la oficina me confesó que el próximo domingo iría a coger setas al monte. En un primer momento pensé que era un inconsciente porque todo el mundo sabía que ese mismo día se abría la veda en la caza del ciervo y jabalí. En ese mismo lugar habrá centenares de hombres disparando en todas direcciones. Después lo pensé mejor, sabía que el domingo sería el mejor día de cacería de mi vida.
Llegó el domingo, madrugué, cargué el 4x4 y conduje hacia el monte; aparqué en una zona muy próxima y me adentré a la vegetación. Era pronto pero ya escuchaba tiros en la lejanía. Me alejé del lugar donde quizás estarían los mejores ciervos y me dirigí a la zona sombría de la montaña, donde la humedad mejoraba las setas. Esperé poco más de dos horas y por fin vi a mi socio curioseando los suelos. Me tumbé boca abajo y le apunté con el rifle, temía darle a algún tronco o piedra, pero no fallé, vi como la bala impactó su cuerpo. Me levanté y me afané a regresar a mi coche. La cacería había terminado.
Regresé a casa y lo guardé todo, como si ese día no hubiese salido de allí. Al mediodía las telenoticias ya pregonaban la muerte de un recolector de setas por un disparo. ¿El asesino? No sabían nada, era imposible encontrar el responsable, esa mañana habían más de 100 personas armadas por la montaña. Había sido un plan genial, terminé con mi socio y me quedé con el negocio. A partir de ese día iba a ingresar el doble de mucho dinero, no os podéis hacer la idea de tal cantidad.
Una semana después los papeles ya estaban arreglados. Mi nombre figuraba en lo más alto de la empresa. Me sentí un dios, todo un genio, el mejor de todos. Pero no por mucho tiempo. Una noche un grupo de agentes me abordó en casa mientras dormía y desde ese momento no he salido de la cárcel. Por lo visto un cazador solitario me vio disparar y huir de aquel lugar, le costó testificar un tiempo porque cazó más piezas de las permitidas.
¿Os podéis creer que ese desalmado fue el que evitó que mi plan fuera perfecto? Joder...
Hay gente muy perversa y cruel en este mundo.
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Little Big Crimes
Mystery / ThrillerSerie de historias que te convencerán sobre la existencia del crimen perfecto. Pequeñas acciones derivan en situaciones que nos podemos encontrar en nuestro día a día y que pueden terminar de una forma que nunca podríamos imaginar, quizás incontrola...