Epílogo

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Después de caminar un par de horas llegó. Aquel lugar era un campo alejado de la civilización, nadie lo conocía por estar tan lejos y por otras razones absurdas, era una pradera verde, sana, con mucha flora y algunos árboles. 

¿Qué como Freddy conocía ese lugar? 

Fácil: Golden lo llevo el día en el que se confesó. 

También sabía que cuando el rubio sentía que ya no podía más con el trabajo, acudía allí, al igual que cuando se sentía deprimido, cuando su familia lo maltrataba, tenía una discusión con Freddy o simplemente con el fin relajarse, ese era su lugar perfecto para pensar.

Freddy se recostó bajo unárbol mirando al horizonte, pensando en todo, pensando en nada.    

Aquella tarde acabaría con su sufrimiento y solo un milagro... una luz... podría salvarlo de su cruel decisión.

Comenzó a reflexionar sobre todo y todos: Golden, Joy, Chica, Bonnie, su madre, un fugaz recuerdo de Cami se hizo presente...

Fred.


El causante de esto. Ese maldito parásito.

—Fred —llamó fríamente.

—Freddy —contestó.

— ¿Por qué? —dijo con rencor. El contrario atinó a callar.

— ¿No tienes nada que decir?

—M-mira, y-yo —logró articular— no pensé que llegaría a tanto —sabía a lo que se refería el castaño— ese día besé a Joy por impulso, ¿okey? Ella s-se enamoró o yo que sé. Simplemente actué como siempre, creí que me golpearía como de costumbre.

—Creíste mal —interrumpió.

—Como sea, ella me correspondió y pasó lo que pasó ¡No creí que llegaríamos a tal punto de casarnos! De todas formas no la iba a lastimar más, así que la trate como una reina hasta que decidiste escapar —finalizó restándole importancia al asunto.

—... —El castaño quedó atónito por la indiferencia con la cual su contraparte narró todos los sucesos— Entonces... ¿Dónde quedo yo?

—Me vez con la cara de sa —fue interrumpido.

— ¡¿Dónde queda mi felicidad? —Soltó por fin el ojiazul— ¡¿Dónde queda mi opinión?! ¡¿Dónde queda Golden?!

—Hay que admitirlo ¡esa relación no iba a ningún lado!

— ¿Y qué sabes tú de eso? ¡Es mi vida! ¡Mi felicidad! —Contraatacó enfadadísimo— Mi relación... mi luz... mi Golden... —suspiró—. Todo es tu maldita culpa...

—Vamos, Freddy ¡Algún día ese mal teñido te iba a dejar!

— ¡¿Y si no lo hacía?! ¿Qué puedes saber tú de amor?

— ¡Freddy, tarde o temprano lo iba a hacer!

—Fred. ¡Me iba a casar con él!

—Agh, como digas.

— ¡Eres un maldito parásito!

—Cállate —advirtió.

— ¡No! ¡Ya me cansé! No solo eres un parásito ¡Sino también un maldito asesino! ¡LOGRASTE QUE GOLDEN SE SUICIDARA!

—Ese es SU problema —respondió haciendo énfasis en "su".

Freddy sacó de su maleta, primeramente, el frasco de pastillas.

—Oh vaya, aquí de nuevo —dijo sarcásticamente— Sabes muy bien que esas mierdas ya no me hacen daño —comenzó a reír burlescamente, pero paró en seco al percibir lo que traía en manos el castaño— Freddy, no juegues con eso, ¿No te lo enseñaron en la escuela?

— ¿Y qué si lo hago? A fin de cuentas ya no hay razón alguna para continuar —cargó la pistola—

—Freddy, tranquilízate. Con esto no vamos a llegar a ningún lado ¡Golden no va a revivir!

—No, lo sé —llevó la pistola a su cabeza.

—De todas formas no lo harás. Eres un cobarde.

Esa fue la gota que colmó el vaso.

Freddy comenzó a cuestionarse sobre lo dicho por su contraparte. Lastimosamente cayó en su trampa.

— ¿Lo ves? No puedes hacer nada bien, ni matarte. Patético. —Comenzó a burlarse. El contrario seguía muy metido en sus pensamientos.

—Ahora ni respondes, típico de ti.

El azabache comenzó a insultar y a tratar de bajar la morar al portador del cuerpo.

Estaba tan entretenido insultando al pobre castaño que no se percató del momento en el cual este dejó el arma y cogió el frasco de pastillas, lo que tampoco sabía el de ojos vacíos es que la receta era la más fuerte.

1 pastilla...

—Por eso nadie —hubo una muy larga pausa— ugh...

2 pastillas...

—Nadie ¡Ah!

3 pastillas...

—Freddy, para.

4 pastillas...

— ¡Deja de jugar! ¡Ah!

5 pastillas...

— ¿Por qué ha-haces e-esto?

6 pastillas...

El castaño paró en seco.

— ¿Enserio preguntas el porqué? Eres producto de una enfermedad. Me haz estorbado todo este maldito tiempo mientras todos te utilizaban. No te necesito, nadie te necesita. Es más ¡Nadie sabe de tu existencia!

Tenía la valentía para sacarle encara los errores a quien le arruino la vida y lo hizo.

El contrario, con la poca fuerza que aún poseía, procesó todo lo que escuchó y comenzó a sollozar. Aunque fuera ilógico, también sentía y lo hizo por última vez...

7 pastillas...

El cuerpo del moreno estaba muy débil, con mucho esfuerzo, el castaño realizo el último de sus deseos.

Leyó la última nota de aquella caja y derramó la cantidad de lágrimas que su débil cuerpo le permitía en ese momento.

De pronto todo se volvía borroso para el castaño, la nota cayó en el verde pasto, el pobre chico trataba de ser fuerte pero no pudo.

Lo último que logro ver fue un radiante brillo dorado corriendo hacia su dirección, gritando preocupadamente su nombre tomándolo en brazos.

Esa fragancia... ese brillo... esos ojos...

— ¡Frederick!




Nunca te olvidaré  [Golddy] #FNAFHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora