Por la puerta de salón de clases, entró furiosa, una chica chaparrita y algo pasada de peso
–¡Donde está mi cuaderno morado, quién robó mi cuaderno morado!–
gritava y reclamaba como si todos los presentes fueramos culpables de un robo tan ridículo. En realidad yo tenía su cuaderno, lo encontré abando bajo su banco el día anterior, tenía intención de dárselo hoy, pero tras está esenita, pensé que podía irse mucho a la carajo. Cómo nadie dijo nada sobre el cuaderno la chica se sentó asciendo un puchero de niña pequeña todo el resto de la clase. Sali al descanso y me dirigí director a el mejor lugar en la escuela, detrás de los baños donde solamente iva yo a dormir o fumar un cigarrillo, me la pasaba sentado en aquél sitio, que consistia en un pasillo muy reducido dónde apenas cabían 2 personas, todos los descanso desde hacia ya 2 años, no tenía que soportar el resto de los alumnos, los cuales no me agradaban ni me interesaba conocer. Prefería estar solo, reflexionar mis pensamientos y disfrutar del frío del invierno cuándo todavía es soportable. Pero, cuándo llegué observé a dos chicos en mi espacio privado besandose apasionadamente, me sorprendió mucho pues el pasillo está estaba tan escondido que creía ser el único que lo conocía, alparecer no me vieron y me escabullirme lentamente para que no notarán mi presencia, salí del pasillo pero a la vuelta de la esquina choque contra una profesora, lo hice a un lado y apuré el paso para que no viera mi rostro y castigará, aunque la pareja no tuvo la misma suerte, escuché a lo lejos como la isterica señora maldesia y les gritava –!Insensatos sin vergüenza,¡–
Entré de nuevo al salón y me encontré a la chica gritona frente a mi escritorio mientras sostenía su cuaderno morado que tenia un listón rojo en el costado y estaba forrado con imágenes de artistas pop, mientras me miraba con una sensación de furia –!Porque robaste mi cuaderno rarito¡– me gritó, como toda una loca, intente explicarle pero no permitió que hablara ni un sólo segundo, corrió hacia la oficina del director para acusarme.
La oficina era fría e incómoda, estaba sentado alado de una pintura de todos los presidentes de México hasta el día de hoy, junto a las bandera de México y Tamaulipas, del lado izquierdo había 3 cillas y el chico que se estaba besando hacé poco tiempo estaba sentado en la tercera cilla, tenía el cabello ondulado, era pálido, con ojos de lunáticos, delgado y con el rostro alargado
–¿Quieres una menta? apestas a cigarro– tomé la menta y le agradecí –¿Porque estás aquí?– le pregunté por amabilidad, aunque me era indiferente y conocía la respuesta –Por tratar de llenar de amor esta lúgubre prisión disfrazada de escuela, esa maldita vieja amargada me armo un gran problema por solo unos cuantos besos con mi chico– me limité a acentir con la cabeza, no soy el mejor conversador
—Talvez es muy conservadora y no le gusta que los alumnos se estén besando— le comenté
—Y a mi que más me da tengo el derecho a besar a quién quiera, nadie castiga al esposo de esa zorra por tirarse a una momia, claro si es que existe alguien tan valiente– era bastante extrovertido su aliento olía a menta, tenía pulseras de cuero y collares de formas extrañas, lo llamaron al despacho del director –Nos veamos después...¿Cuál es tu nombre? –me preguntó –jesus, ¿y tu eres?– le dije –Damon Arsenio a tus servicios–.

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Regaliz negro
Novela JuvenilJesús un estudiante de 16 años adicto a la música y los cigarrillos marca camel, voluntariamente se aísla de la gente y prefiere no relacionarse con nadie, un día conose a Damon un chico homosexual que es todo lo opuesto a el y quién se convertirá e...