Como lo hacía todas las tardes a la misma hora, Rosé se encontraba caminando hacia el hospital, su lugar de trabajo, aparte de ser el lugar donde se encontraba una persona muy especial para ella, Lalisa. En su rostro se reflejaba una sonrisa ligera, la cual solo mostraba cuando sabía que tendría tiempo con la chica de cabellos marrones y orbes de igual color. Estaba tan emocionada por volverla a ver, aunque ayer también había tenido la buena suerte de verla y pasar tiempo con ella, cuidandola.
Rosé era una simple enfermera a la vista de todos, pero no para Lisa. Para ella, Rosé podía ser su única salvación y la razón de la sonrisa dulce que mantenía todos los días en su rostro, aunque nunca había logrado obtener la valentía suficiente para confesarselo. Lisa esperaba la llegada de su hermosa enfermera, observando con gran fijeza la puerta, intentando no tomar en cuenta lo borroso que se veían sus alrededores.
"─ Por favor Rosé, llega ya ─" susurró al pasar los minutos. Rosé estaba llegando tarde, y eso no era típico en ella; por lo cual, Lisa estaba preocupada. Tenía la gran idea de ponerse de pie y caminar, pero no podía. Tenía esa acción prohibida por sus doctores de turno, pero, la terquedad de la chica fue más fuerte. Ella pensaba que podía levantarse a pesar de su reciente operación, y así lo hizo; a pesar de que la movilidad de esas partes de su cuerpo podía arruinar todo lo progresado en su salud.
Caminó cortos pasos hacia la puerta de madera, teniendo un caminar tan torpe como un bebé en sus primeros pasos. Faltando poco tiempo para llegar a su destino, Lisa se maldecía a sus adentros por su torpeza. Teniendo el pomo de la puerta ya en sus manos, cayó al suelo por falta de fuerza y un repentino dolor que había dominado todo su cuerpo. Quería gritar del dolor, pero no iba a permitirselo. Unas lagrimitas escurridizas corrieron por sus mejillas a la par que mordía con toda su escasa fuerza su labio evitando que un grito fuese emitido. Sentía como sus piernas y sus brazos eran penetrados con un cuchillo, el dolor era tan fuerte, pero tan fuerte, que no logró ponerse de pie para caminar hacia la cama de nuevo, así que sólo quedó tirada en el piso, en espera de alguien que llegase a socorrerla.
Estaba tan avergonzada; no quería que Rosé la viera de tal manera, y además, ¿qué excusa le pondría? No podía decirle que se había caído de la cama, ya que esta se encontraba lejos de este inmobiliario. Sus lágrimas de dolor fueron reemplazadas por lágrimas de pena hacia sí misma y hacia su enfermedad, deseando recuperarse pronto y que la recientes operacione en su pierna derecha no hayan sido en vano, a parte que esperaba no haber retrasado el avance con su estúpido intento de volver a caminar luego de meses sin hacerlo.
"─Y todo esto solo por la preocupación hacia Rosé...─" pensó.Hundida en su desdicha y sus pensamientos oscuros, Lisa no se percató cuando la puerta fue abierta por la tan esperada Rosé; chica la cual se preocupó al notar la ausencia del cuerpo de Lisa en la cama.
"─ ¡¿Lisa?! ─" exclamó con una voz preocupada, aún así, su voz se escuchaba totalmente suave y melodiosa para los oídos de Lalisa. Roseanne entró a la habitación, notando el cuerpo tirado de la menor en el suelo. "─ Oh, Lisa... ─" fue lo único que pudo sacar de sus labios, caminando hacia la susodicha.
"─ Perdoname, Rosé... ─" Bisbiseó sin hacer contacto visual con la de mirada preocupada, mientras esta chica se ocupaba de buscar una manera para cargarla. Apenas obtuvo una idea, comenzó a realizarla, pegando su cuerpo con el de Lisa. Esta chica mordió su labio nuevamente, sintiendo comodidad por la cálidez que sentía en ese momento.
Rosé se encargaba de cargarla con suma sutileza, intentando no hacer presión en su cuerpo. Aún así, Lisa emitió un "─ Ah, Rosé, duele─" de queja, informando de su dolor. Pero, Lisa se sentía muy segura entre los brazos de la mayor, queriendo estar en ese lugar siempre. Rosie caminó hacia la cama, donde dejó acostada a Lisa, con su cabeza apoyada en diversas y suaves almohadas.
"─ ¿Cómo fue que llegaste hacia ahí? ─" preguntó comenzando a buscar cosas necesarias para un chequeo de rutina. Cosas tales como antisépticos, un torniquete, una jeringa hipódermica, un pedazo de algodon y unas banditas adhesivas.
Lisa tuvo algo parecido a un ataque de nervios por la pregunta de la chica, sabía que en algún momento esto sería un tema de conversación, pero no pensó que sería el primer tema del día. Buscó y buscó en su mentesita como formular una excusa, esto no dió resultado alguno. Así que, decidió decir la verdad.
La chica suspiró ampliamente antes de cerrar sus ojos, tomando valentía por lo que estaba a punto de revelar. "─ Me había preocupado por ti, quería ver si estabas bien ─" reveló causando que Rosé volteara inmediatamente a regalarle una mirada llena de ternura. Aún con el estado tan pésimo en el que Lisa se encontraba, se había tomado la molestia de preocuparse por Rosé, quien parecía estar en perfecto estado.
"─ ¿Es en serio, Liss? ─" preguntó tomando con suavidad el mentón de la chica, luego de dejar las cosas que había tomado en la mesa al lado de la camilla de Lisa. "─ No debías hacer eso por mi ─" recordó limpiando las lágrimas secas de las mejillas de la chica de ojos grandes al mismo momento de notarlas. Un color rosa dominó las mejillas de la menor, mirando fijamente las orbes marrones de su enfermera. Rosé disfrutaba el tener ese poder sobre Lisa, tener la posibilidad de transformar los estados de esta chica en cuestión de segundos; le parecía totalmente adorable la manera en que Lisa no podía controlarse, esto era tan adorable como peligroso.
"─ S-sí, lo lamento, pero... Por ti haría eso, y más. ─" confesó lo último en un tono casi inaudible, pero, debido a la corta distancia entre estas dos personas, Rosé fue capaz de escucharlo, agrandando la sonrisa con la que había llegado al lugar.
"─ Tontita, debes cuidarte más. ─" dijo a manera de regaño, sin que su sonrisa y aquel tono cariñoso desapareciera en ningún momento. Rosé acarició la mejilla izquierda de Lisa con su dedo pulgar lentamente, logrando que Lisa suspirase, disipando sus nervios.
"─ ¿Hoy también tendrás que hacerme esa jodida prueba? ─" cuestionó la menor, cambiando el gesto de Rosé de una sonrisa a un ceño fruncido.
"─ ¿Qué es lo que te he dicho sobre las malas palabras en mi presencia, pequeña? ─" Dijo con un tono medio entre el coqueteo y la seriedad. Lisa, mientras tanto, no lograba apartar la vista de los labios de un tono rosa bastante tentador de su enfermera, labios los cuales parecían tener una muy buena combinación con la piel nívea de Rosé.
Embobada por la vista tan hermosa que el cuerpo de Rosé le regalaba, Lisa sólo logró decir un "─ Uh, lo lamento, Rosie... ─"
Y así transcurrió el día para estas jovenes chicas, entre revisiones de rutina para Lisa y insinuaciones que la menor no captaba.
Lamentablemente las horas de trabajo de Rosé habían terminado, debía dejar sola a Lisa nuevamente aunque no lo quisiera así. Con una mueca triste en sus rostros, se vieron forzadas a despedirse con un abrazo delicado. Antes de irse, Roseanne se acercó a Lisa para dejar marca de sus labios en la frente de la menor, dandole un protector beso en el lugar. Lisa solo mantuvo una sonrisa grande siendo su rostro decorado por un leve sonrojo hasta que vió a Rosé salir del lugar.
"─Ella es tan hermosa...─" Susurró para si misma, tapando su rostro mientras hablaba.
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Una canción antes de dormir.─ «Chaelisa || Chaelice»
Romance─Tú eres mi sol, mi único sol... Tú me haces feliz cuando los cielos son grises. Tú nunca sabrás, cariño, lo mucho que te amo.─ Cantaba Rosé con una voz deprimida y temblorosa, acariciando el cabello naranja de Lisa. «Donde Lisa sufría un grave mal...