Sujete con más fuerza el maletín que sostenía en mi mano izquierda. Toque brevemente la puerta de madera blanca que se presentaba frente a mí, y espere unos segundos. Mi amigo me permitió la entrada, y luego de girar la perilla, y de cerrar la puerta con cuidado, volteé a verlo.
– Buenos días Liam. – canturreé achinando mis ojos. Deposite el maletín sobre su escritorio y volteó a verme.
– Buenos días a ti. – respondió mientras sacaba el cigarro de sus labios y le daba una suave calada. Apago el cigarro, y luego se puso de pie.
Lo seguí con la mirada, mientras lo veía poner sus manos detrás de su cuerpo y observar el paisaje, que se presentaba tras el gran ventanal de su despacho. Me acerqué a su lado en silencio, y como todas las veces que miraba, sonreí
– Es bueno saber que mañana volvemos a casa.
Asentí con la cabeza, mientras una sonrisa se escapaba por mis labios. Hogar dulce hogar, no había estado en Doncaster, desde hace tres semanas, y parecía una eternidad. Saque de mi bolsillo trasero del pantalón la cajeta de cigarros, y luego de encender uno, le dí el paquete. Extrañaba Londres, realmente lo hacía. Estados Unidos no era para mí. Mucho ruido, transito diario, gente que te atropellaba caminando, comerciales televisivos en toda zanja horaria, comida chatarra hasta en el desayuno.
– Zayn y Harry ya deben estar ordenando todo el hogar. – volteó a verme con una sonrisa y asentí con la cabeza.
– Así es. Harry llevó a Darcy a la casa de su hermana Gemma, y se puso a limpiar desde la mañana temprano.
Despojé el cigarro de mis labios, y luego me acomode el flequillo, para quitármelo del rostro. Tomamos las carpetas con los archivos que teníamos que llevar a Londres, y luego tomé el saco de Liam, mientras este cerraba la puerta.
Hablamos del partido de soccer que habíamos presenciado ayer, mientras el ascensor nos llevaba a la planta baja. Si hay algo que detesto, es la música de espera que le ponen. No hay nada que me impaciente más que eso.
– Niall nos esperara mañana en el aeropuerto de los Ángeles. De allí solo tenemos que hacer dos horas de espera, y tomamos el vuelo a Londres. De allí salimos rumbo a la estación y viajamos a Doncaster. Espero que el tiempo allí, no este como siempre. – susurré mientras abría la puerta de mi automóvil. Asintió con la cabeza, al mismo tiempo que se ponía el cinturón de seguridad. Encendí la radio, y la voz de Britney Spears se hizo eco
...
Detuve la valija a un lado mío, mientras hacíamos la fila. Pocas personas estaban en la cola para tomar el vuelo.
– Creo que seremos muy pocos. – murmuré. Asintió con la cabeza, mientras le echaba una mirada al lugar.
Miré el reloj que tenía en la mano izquierda y bostece. Eran las seis menos veinte de la mañana. No había tenido tiempo de desayunar, ni de tomar una ducha. La pareja de ancianos que presidían la fila, se acercaron al mostrador, para ya despachar sus valijas y presentar sus papeles. Miré a los dos hombres que tenía delante de mí y retrocedí tan solo unos pasos, para poder tener algo de espacio entre ellos. Trate de escuchar algo de su conversación, pero el dialogó de la misma, era tan rápido y fluido que no podía.
Cruce mis brazos con algo de enfado y desesperación, cuando la pobre chica del mostrador les tuvo que repetir nuevamente las preguntas a ambos señores ¿Es que acaso no podían estar atentos? Mire la hora de mi reloj. Este marcaba las seis y veinte de la mañana. Desvié mi mirada, y note que tras el ventanal, el sol comenzaba a salir. Talle mis ojos, y sonreí cuando desaparecieron de mi vista, y me acerqué a la joven.