Capítulo 11

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Estaba más inquieta de lo normal, y es que no se podía quitar la sensación de Octavia Blake haciéndoselo sin parar en esa misma sala, aunque esa vez estaba un tanto distinta la decoración (dependiendo de quién fuese la primera en entrar cambiaba, en ese caso fue Lexa la que llegó antes que ninguna). Miró a su amiga, que leía un libro de pociones para adelantar, porque la Slytherin no estaba allí. Llevaban una hora en silencio, centradas en sus apuntes, pero realmente su mente no dejó de dar vueltas desde el día anterior.

Joder, es que fue demasiado intenso y lo deseó mucho en ese momento. Quería que pasase aquello con aquella chica de ojos verdes, lo admitía, pero esa noche soñó con Luna y se sintió fatal porque no la tuvo presente mientras estuvo follando con Blake (porque eso debía ser llamado por su nombre). Pensaba en Luna, mucho, y aún se estaba recuperando de su pérdida, sobre todo como amiga. Es que solo había pasado un mes desde que dejó de estar allí con ellas, pero fue un mes lento y horrible. Aun así, su mente no paraba de reproducir a sus ojos verdes y oscuros, sus manos, su boca y su nariz oliendo cada rincón de su cuerpo. ¿Por qué le ponía tanto que hiciese eso? Los besos de Luna eran lentos y pasionales y, joder, cuando la tocaba era de otra forma muy diferente a lo que tuvo el día anterior con la Slytherin: eso fue salvaje. Como toda ella. ¿Se arrepentía? No, no lo hacía.

En ese momento la puerta se abrió, y Lexa y ella cogieron las varitas, como siempre hacían por si tenían que defenderse. Sintió taquicardia cuando vio a Blake entrar con paso decidido, dejando que se sellase la pared tras ella. Frunció el ceño cuando la vio completamente mojada, con la túnica y el jersey hechos unos ovillos entre sus manos. Entonces se fijó en que su camisa se transparentaba y podía ver su sujetador negro.

Mierda, Reyes, no va a volver a repetirse aquella locura. Céntrate.

Cuando los ojos verdes de la chica se posaron en ella, miró la mesa haciéndose la distraída: Blake no era de las que los apartaba y ella no estaba segura de lograr que no se notase que el corazón se le iba a salir del pecho.

—¿Dónde has estado? —se interesó Lexa, dirigiéndose a la mesa para ver lo que traía en las manos.

—He estado investigando —cerró los ojos al escuchar su voz, ¿qué le pasaba?—, y he ido al bosque prohibido para buscar información allí.

—¿Has estado con los centauros? ¡Estás loca! —la acusó, pero Blake ni la miró.

—Estoy cansada de leer libros, Reyes. He pasado a algo más práctico —contestó sin más, manipulando su ropa, y se fijó que tenía una herida en el brazo, pues había sangre por su camisa.

—Te han herido —entonces levantó la vista y sus ojos verdes conectaron con los suyos, y tuvo que tragar saliva.

—Deberías habernos avisado, Octavia —participó Lexa y se colocó al lado del brazo que tenía mal, intentando comprobar el estado de este, pero la morena se zafó de ella.

—Escuchadme las dos: estamos perdiendo el tiempo aquí, tenemos que salir de esta mierda de sala y pasar a la acción, porque estamos en diciembre y no hemos conseguido nada. Clarke sigue igual y no creo que hayamos avanzado nada simplemente haciendo dibujos en una pizarra.

—Tienes razón. ¿Qué has encontrado? —se interesó su amiga, y ella bufó como toda respuesta.

—Los centauros no son demasiado amables, pero supongo que un poco de fuerza bruta no viene mal para conseguir algo que quieres —esa vez la miró otra vez.

—¿Los has atacado? —frunció el ceño—. Te pueden expulsar, cerebro de troll.

—No van a hablar, y tan solo los he amenazado con la varita y le he dado información que quizás les será valiosa —se encogió de hombros—. Son sabios en la cura de heridas mágicas y les he contado nuestro caso. Lo he llamado "Las sucias", ya sabéis, por vosotras —sonrió con orgullo, y ella rodó los ojos—. El final de la historia es que he encontrado estas algas en el lago —abrió la túnica del todo y se mostró unas algas gruesas y de color morado.

The Reckless and the Brave (II). I will follow you into the dark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora