*Este capitulo contiene temas sobre suicidio/muerte, si sos sensible o crees que puede afectarte, te recomiendo no seguir ¡Tu salud siempre va primero!*
Me inspiré en la canción Why de Rascall Flats, por si quieres escucharla ♥
17 de Julio, 2008 (16 años).
Cristian Zamo
1990-2008
Hijo, hermano, amigo.
"Jamás te olvidaremos".
Hijo, hermano, amigo... suicida. Esa lápida no lo representaba, ese mármol ubicado frente a su tumba no lo describía lo suficiente. Cristian no solo era eso, era mucho más.
Él fue la clase de hermano que se quedaba hasta tarde cuidándome después de una pesadilla cuando era pequeña, quien me llevaba a la escuela cuando mamá tenía que trabajar, quien me hizo saber que jamás iba a estar sola.
Mamá y papá se culpan, yo también los culpo; nunca vieron las señales, nunca notaron los cortes que no solo marcaron su piel sino también su alma, jamás se preocuparon por él cuando volvía golpeado del colegio, "seguro se peleó después de un partido" ay papá, si supieras que nunca lo dejaron jugar. Aunque yo también me culpo, nunca hice nada.
Estar en la casa era una tortura, todos lloraban, pero la mayoría de la gente no lo sentía. Eran hipócritas, falsos. Venían a nuestra sala a presentar sus respetos, con lágrimas que salían gracias a la buena actuación y no al dolor del corazón. "Tan joven, tan alegre y lleno de vida" tan... mentira. Nunca fue alegre, nunca estuvo lleno de vida, pero nadie se animaba a decirlo, nadie era capaz de decir en voz alta lo que todos sabíamos: que él estaba tan muerto en vida que no le importo irse, no le importo dejarme sola.
No dejé que nadie entre a su habitación, era su santuario, su verdadero hogar, y ellos solo iban a arruinarlo. Solo le permití la entrada a Lucas, su único y mejor amigo. Nunca lo había visto llorar tanto, aunque en realidad jamás la había prestado demasiada atención. Ver a la única persona que lo conocía tanto como yo sufrir así solo me recordaba lo real que era su muerte.
—Perdón, debí ayudarlo cuando todavía estaba vivo—Al menos no me sentía tan sola, no era la única a la cual la culpa la desbordaba y la superaba por completo.
—Los dos debimos hacer algo—Me senté junto a él en la cama y lo abracé, lo necesitaba, ambos lo necesitábamos.
Y cuando pensaba en nosotros dos, sufriendo, odiaba un poco a mi hermano. Lo odiaba por dejarnos solos, por no despedirse, por no aguantar más por el futuro que podía llegar a tener. Se dejó ganar por la muerte en un juego en el cual era un simple novato. Se fue y aún me pregunto por qué ¿Por qué el está lejos mientras yo estoy en su pequeña y oscuro cuarto llorando?.
En la escuela nos iban a dar una charla. Una psicóloga planeaba venir a hablar sobre el suicidio y cuales eran las señales para así poder evitarlo. Antes del funeral organizaron un pequeño altar en uno de los pasillos, bastante deprimente e inútil, él odiaba esas cosas. Escuché a compañeros decir que era un gran chico, que se merecía vivir. Al instante recordé los golpes, las burlas, y me reí para no llorar frente a la hipocresía humana, ante la basura carente de sentimientos que podían llegar a ser.
Algunos vinieron a disculparse por el daño causado, como si mi perdón les diera pase libre a seguir con sus inútiles vidas, resultaba gracioso: ellos solucionaban todo con un perdón mientras mi hermano seguía en esa tumba.
Intenté dormir por horas, incluso me acosté en su cama para sentir que tenía cinco años otra vez y que volvía a esconderme junto a él de los monstruos que querían comerme. Hoy las cosas eran diferentes: los monstruos me saludaban con un "lamento tu pérdida" y él no estaba para poder protegerme, estaba sola, para siempre.
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Cien días
Teen FictionHubo cien días en estos veinticinco años de Alicia que marcaron su vida, un centenar de momentos que la convirtieron en lo que es hoy. Hay muchos que desea borrar, otros que ruega por poder volver a vivir, aunque solo una cosa es segura: Todos y cad...