Parte 2

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Perdona si a este viejo se le salen las lágrimas o se le entre corta la voz a la hora de contarte su historia, debes entender que a pesar de que ya pasó mucho tiempo, cuando pienso en él es como si fuera ayer.

¿En qué iba? Ah sí. Mientras yo pasaba mis días en New York, imaginando cosa que no serían, el tiempo transcurría. Mi carrera iba bien, era un respetado oficial, el candidato perfecto a Comisionado cuando Carter se retirara, tenía una bella esposa, inteligente y de mal genio, pero bella, nada parecía ir mal en mi vida, excepto que todo lo estaba.

Cerca de cuatro años después de la muerte de T'Challa, en Chicago, se volvió muy sonado un caso, el asalto a una de las mansiones de un gran político. Y no porque fuera un asalto violento o que el político fuera una figura muy importante a nivel nacional. No. El sujeto era el prototipo de político corrupto, de los que abundaban en Chicago, con ansias de poder, engreído y estúpido. Pero en definitiva se volvió un personaje por la burla hecha en el robo. Al parecer el tipo o la banda que lo hizo fue muy ingenioso, se las arreglaron para robar todas y cada una de sus pertenencias justo frente a sus narices, cuando iba a dar un baile de gala. Ya se imaginaran, haber bajado las escaleras de tu suntuosa mansión, ver todo colocado exactamente como lo habías pedido, y, cuando abres las puertas a tus invitados, entonces, nada, absolutamente nada, ni siquiera una migaja de pan.

¡Oh, sí! En definitiva muy divertido. No tanto para la pobre servidumbre, a quien descubrieron amordazada en el almacén. Tampoco lo fue para los oficiales a cargo, un quebradero de cabezas y ninguna posible solución. Al final creo que el caso quedo cerrado, argumentando que fue magia, eso o definitivamente el político quiso jugar una broma muy pesada.

Como ese caso, poco a poco se fueron presentando más. Chicago se volvió noticia nacional cada que este misterioso ladrón aparecía. Algunos de sus actos eran demasiado osados, casi rayando en la temeraria imprudencia.

Lo que al principio causaba risas, pronto se convirtió en pánico. Al parecer Chicago le quedaba muy pequeño, por lo que comenzó a extender sus hurtos más allá. Las personas no se sentían seguras dejando sus bienes en casa, por más cerraduras que pusieran, sabían que este tipo las evadiría.

"Occhi Belli" le comenzó a llamar la prensa. De los pocos testigos que había, todos aseguraban que nunca veían su rostro, solo sus ojos, grandes y bonitos. Un doncel, por el aspecto que describían, definitivamente era un doncel.

De Chicago a Milwaukee, Indianápolis, Columbus y Detroit, fueron las principales ciudades donde el modus operandi de Occhi Belli de veía más, considerando a Chicago su ciudad base. Como eran ciudades fuera de mi jurisdicción no podía intervenir, pero desde que el asunto se volvía cada vez más duro, los oficiales al mando estaban tentados a pedir mi ayuda. No lo hicieron, claro, solo de vez en cuando me consultaban, sería demasiado para su ego. Lo que ocasionó que los enfrentamientos se volvieran más violentos.

La falta de comunicación entre los condados, generaba caos, porque cada comandancia era lo suficientemente presuntuosa y arrogante como para pedir ayuda a la otra; solo basándose en su fuerza bruta, haciendo caso omiso a una buena táctica y estrategia.

Aquello era un pandemónium, donde los Occhi Belli eran Lucifer.

Los años pasaban y las estrategias seguían fallando, mientras que cada enfrentamiento estaba lleno con el olor a pólvora y heridos, policías heridos, nunca ningún miembro de la pandilla. Y cuanto más pasaba el tiempo, más fuerte se hacía la banda y los miembros de la ley seguían sin saber nada.

Curiosamente, los Occhi Belli no se acercaron jamás a New York, lo más carca que llegaron fue Pittsburg, es como si no les interesara lo que había más allá. Entre las comisarias se corría el rumor de que los Occhi Belli me temían. Por aquellos días mi fama era mucho mayor a solo limitarse a la captura de Red Skull y T'Challa, no, había colaborado en más de 120 casos de tráfico de armas y drogas en diferentes partes de la nación. Admito que los "asaltos" no eran algo con lo que me involucraba, pero sin ser presuntuoso, alguien con mi carrera era de temer.

ANTHONYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora