Jon

4 1 0
                                    

Hoy no he podido más, he ido a verte como cada día y te he estado hablando sobre todas las cosas, sobre mi nuevo día sin sentido, sobre Val, sobre Julen, quien ha venido a clase hoy y sobre todo en general pero cuando hemos empezado a hablar sobre Lucas todo se ha ido a la mierda. He empezado a sentir una rabia incontrolable y he tenido que hacer algo que, a pesar de saber que tú no me hubieses permitido hacer no he podido evitar. He ido a verle.

Soy su mejor amigo y aunque le odie ahora mismo por ser tan culpable cómo es, necesito perdonarlo, por ti, porque tú le hubieses perdonado, porque él era tú mejor amigo y porque es lo más cercano a ti que tengo ahora mismo. Así que he ido a su casa.

¿Preparada para saber qué ha pasado?

Por supuesto... tu siempre estás preparada.

Me ha abierto la puerta, él. Me ha mirado y no me ha dicho nada y yo, sin pronunciar palabra, me he acercado a él y le he dado un puñetazo. Justo después me ha abrazado, como un niño pequeño que se ha perdido y encuentra a su madre y me ha abrazado. 

Me he sentado en el suelo con él, quien ha empezado a llorar justo después de darme las gracias. Parece ser que necesitaba ese golpe.


— Gracias Jon, gracias.

— De nada.

— ¿No está?

— No Lucas, no está.

— Se ha ido...

— Sí.

— ¿Para siempre?

— Sí...

— Tengo la culpa ¿verdad?

— Sí, pero tú, yo y todos sus amigos. Incluso Val. Todos decíamos conocerla pero nadie fue capaz de ver lo que pasaba.

— Ya pero yo, yo fui una de las cosas que le pasaban.

— Sí, lo fuiste.

— ¿Por qué?

— Porque eres gilipollas.

— Lo soy.

— Lo eres.

— Y ella es maravillosa.

— Ella no es nada Lucas, ella está muerta.

— No.

— Sí.

— No, ella no puede haber muerto porque es ella, o sea, no puede hacer eso.

— ¿No podía hacer qué? ¿Cansarse? ¿No podía cansarse? Claro que podía hacerlo, claro que podía y lo hizo. Se cansó porque estaba agotada, estaba cansada de fingir, estaba cansada de decir que estaba bien, estaba cansada de nosotros, estaba cansada de las putas palizas que le daba la vida, estaba cansada de vivir.

— Yo...

— Tú lo sabías, por eso te he metido ese puñetazo, porque tú lo sabías y no quiste creer que eso era verdad. Porque ella te dijo que eso iba a pasar en demasiadas ocasiones y tú no lo creíste. Joder, eres un puto subnormal Lucas.

— Joder Jon, ya lo sé. ¿Qué te crees? ¿Te crees que no lo sé? ¿Te crees que no me siento como la mierda? ¿Te crees que no lo siento?

— Pues entonces coge y afróntalo, coge y acepta por una puta vez en la vida lo que ella ha decidido, sal de tu puta casa porque no eres tú la víctima, porque la que está muerta es ella. Ves a verla a donde están sus cenizas y háblale, dile que lo sientes y dile todo lo que piensas. Ves mañana al maldito instituto y da la cara por ella, acaba lo que ella no pudo acabar, acábalo por ella, porque ella quería que lo tuvieras todo y porque ella se merece tenerlo también. Así que ves, ves hasta que no puedas más, luego tómate un descanso y vuelve a empezar.

— No es fácil.

— Ni para ti ni para ninguno de nosotros es fácil pero lo hacemos, por ella, porque para ella tampoco era fácil seguir y lo hizo durante mucho tiempo.

— ¡Pero se rindió!

— ¿Eres imbécil? ¿Se rindió? La vida es un juego, un juego de mierda y ella simplemente acabó su partida. Venció. Ganó. No se rindió, ella ganó. Ganó paz.

— La quiero.

— Lo sé.

— La echo de menos.

— Lo sé.

— Quiero que vuelva.

— Y yo Lucas, y yo.

Después nos quedamos ahí, en el suelo, en silencio, y le abracé como tú lo hubieses hecho. Me fui a casa una hora más tarde. También me había superado a mí.


Cartas para ellaWhere stories live. Discover now