-Totalmente visible-

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Durante las vacaciones de ese año chateé mucho con Jordan respecto a los cambios que había hecho, él me pidió que le enviara fotos para dar su opinión, pero se lo negué, diciéndole que sería sorpresa para el primer día de clases. Ahora que lo pienso, no debí hacer eso, porque el primer día me sentía muy nerviosa de volver al colegio, y peor de que Jordan me vea, pues ya entrabamos a la secundaria, y octavo año ya era un reto por sí solo como para tener que afrontar un cambio repentino de imagen, creo que iba a ser totalmente desafiante.

Recuerdo haber hecho una oración simple en mi mente -"Dios, por favor, que esto funcione", lo pensé rápido antes de bajarme del carro de mis hermanos para dar mis primeros pasos en el colegio como la nueva Yarí.

Nadie me reconoció ese día, bueno, es que tampoco me di a conocer mucho, creo que estuve nerviosa, tanto, que volví a ser la Yarí tímida y oculta. Ni siquiera Jordan me reconoció, de hecho ni me miró, y en muchas ocasiones lo observé mientras él miraba hacia el pasillo de entrada al aula, como esperando que llegara alguien, creo que él esperaba a la antigua Yarí, pero preferí no darme a notar ese día, para tan solo ambientarme y saber a lo que me enfrentaría al día siguiente.

Al segundo día de clases yo ya fui preparada psicológicamente, de hecho había practicado en casa distintas formas de saludar de manera amena para que todos sepan que yo había llegado, y efectivamente, lo puse todo en práctica.

- ¡Buenos días chicas! –Saludé con gran entusiasmo a un grupo de compañeras que me miraba intentando reconocerme cuando iba subiendo las escaleras. - ¿Qué tal chicos? –Continué mi nuevo ritual al toparme con el típico grupo de chicos deportistas mientras conversaban en la puerta de entrada al salón.

Nadie respondió mis saludos, creo que estaban todos atónitos de verme saludando con tanto entusiasmo, o tal vez estaban aún intentando reconocerme o saber quién era la que se atrevía a saludar con tanta soltura a todos. Hice una revisión rápida del aula y vi dos asientos libres cerca del escritorio del maestro, revisé que no haya nada ajeno en el lugar y puse mi mochila de colores junto al pupitre, me senté con seguridad y como nunca antes lo había hecho, saludé al maestro que estaba sentado junto a su escritorio esperando a que todos los estudiantes ingresen al salón al sonar el timbre de inicio.

- Buenos días querido profesor, es un gusto conocerlo, mi nombre es Yarí. –Extendí la mano hacia él y él gustoso me devolvió el saludo. Estoy segura que él quedó encantado conmigo.

- Buenos días señorita, que gusto conocerla a usted también, nunca había escuchado un nombre así.

- Oh, es en realidad una abreviatura, mis nombres son más largos, pero llámeme Yarí, todos me conocen así. –Hablé con modestia, aunque hasta el momento en realidad nadie sabía de mi existencia.

- Bueno señorita Yarí, bienvenida a este colegio, espero ver un rendimiento excelente de su parte. Empezaremos la clase ahora mismo.

- Si, como no. –Me volteé para ver a quién acababa de sentarse detrás de mí para amenizar con mis nuevos amigos, y entonces vi a esa chica pecosa y de cabello negro, le hice un ademán de saludo pues me estaba viendo perpleja y sin decir nada.

- ¿Hola? –Pregunté intentando despertarla de su asombro.

- Hola... lo siento... ¿te conozco?

Bueno, admito que esa fue una respuesta bastante dolorosa, pero no tenía ganas de ponerme a reflexionar en cómo puede ser que de verdad nadie sabía de mi existencia antes de este día, así que mejor me empecé a dar a conocer.

- ¡Claro que sí!, somos compañeras desde hace dos años, soy Yarí. Claro, entiendo que no me reconozcas ahora porque antes me solía sentar atrás, y tú siempre estás adelante, Laura.

La Chica VisibleWhere stories live. Discover now