capítulo diez || estado de ánimo: fangoso

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Carrie


Blake caminó en dirección al desfile de autos y carrozas cuando la luna apenas vislumbraba en el horizonte. Yo avancé al menos cinco pasos tras su estela, confundida como nunca y con la necesidad de preguntar sólo una cosa:

¿Acaso ella creía que yo me creería su excusa?

Todavía veía su silueta cuando Colin me alcanzó y detuvo en acción. En cada uno de mis intentos de seguir viéndola él supo cómo interponerse, y yo no pude recordar si alguna vez sentí su presencia como un gran inconveniente.

—Debo irme con ella—le expliqué una vez que me dejó avanzar—. Si corro, puedo alcanzarla...

Tomé la falda de mi vestido lista para quitarme los zapatos y cumplir mi propósito, pero él intervino de una forma diferente esta vez.

—Carrie, estás llorando.

Incrédula, llevé mi mano a mi mejilla y cuando logré ver la humedad en el guante de terciopelo volví a buscar a Blake, pero ya la había perdido. Entonces me quedé con una sola pregunta y era para mí:

¿Por qué creí que ella sería amiga de alguien como yo?

Desde el primer momento quedó en evidencia que éramos costas opuestas, cielo y tierra, una estrella brillante y un triste satélite. Si hubiéramos ido a la misma escuela, se habría reído de las veces que tropecé en los pasillos y yo la habría admirado desde el suelo deseando ser un poco más como ella.

Hasta esa noche no estaba segura de si quería ganármela para enmendar años de abuso escolar por parte de chicas que se veían como ella o si sólo disfruté demasiado del pequeño rayo de sol que me regaló en nuestra primera salida.

Porque ella me había visto. De verdad me vio. En una medida corta de tiempo, fui más que todas mis inseguridades. Blake creía que yo no sólo era la persona más inteligente que había conocido, también dijo que era linda y no sonó a compasión.

Pero luego vio bajo qué cubría mis inseguridades y desde entonces cambió conmigo. Y no sabía cómo arreglarlo... cómo arreglarme para volver a agradarle.

—Oye, tranquila—Colin dejó sus manos en mis mejillas y me estudió con sus brillantes ojos azules—. No sé qué diablos ha pasado entre ustedes dos, pero no creo que merezcas sentirte así.

—No sabes eso...

—¿Y ella sí? —soltó una risa irónica antes de acercarse más—. No tengo que conocerte como a la palma de mi mano para saber que no mereces estar llorando por alguien que no quiere estar contigo.

No volví a mirar el sendero que tomó Blake, pero eso no significó que dejé de esperar que cambiara de parecer y regresara.

Si decía que la migraña desapareció mágicamente, yo le creería sin cuestionarlo. Regresaríamos a los salones de la mansión, le pediría a Colin que mantuviera su distancia porque los chicos iban y venían y yo quería crear recuerdos de por vida con la primera amiga que hice sin artilugios de por medio.

Pero a esa amiga le dije cuánto tiempo llevaba soñando con esa noche y lo mucho que me entusiasmaba compartirla con ella... y escapó.

Sentí en mi memoria el sonido de la puerta de mi habitación durante la madrugada, cuando mis padres llegaban de sus viajes y me saludaban creyendo que estaba dormida.

De repente parecía que nadie podía conmigo en todos mis sentidos. Nadie hasta ese momento, cuando Colin no se espantó al verme llorar y ni siquiera preguntó qué hacer, sólo me llevó de regreso a la fiesta.

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⏰ Última actualización: 7 days ago ⏰

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