Pueblo de Nils, 28 de septiembre de 2067, 11:47 am.
Esto de estar en vacaciones a hecho que me despierte más tarde de lo normal, espero que hayan guardado comida para mí. Me acerco en la sala y me siento en una silla junto a la mesa, y veo a mi mamá sentada y me saluda.
—Buenos días Nils, ¿has descansado bien?
—He dormido muy agusto, mamá.
—Se nota mucho, además por la hora en la que te has despertado, aunque dormir demasiado hará que te pierdas de lo bueno de la mañana, hay cosas que solamente ocurren durante la mañana.
—Es cierto, imagino que mi papá ya se habrá ido a trabajar, y mi hermanita... ¿Dónde está?, no la he visto desde que me desperté.
—Ella salió hace un rato a jugar en la calle.
—Bien, será mejor que le eche un vistazo.
—Te preocupas mucho por ella, no hace falta que pienses en cada momento. Creo que tu otra amiga, la que se fue de viaje, sino está ella, estás rodando de un lado para otro sin hacer nada.
—¡Oye!...— antes de terminar mi frase, se escucha un fuerte estruendo en la calle.
Salgo corriendo hacia afuera y seguido lo hace mi mamá detrás de mi; y lo que logramos ver los dos, de seguro... nos dejará un gran hueco en nosotros, no tengo palabras para explicar la escena, es algo que me ha dejado impactado. Yacía ahí... el cuerpo de mi hermana encima de un charco rojo y a su lado un hombre de pie con una pistola en sus manos, no puedo creer lo que deduzco, si... si, debe ser un sueño, todavía debo estar dormido. «¡No lo soporto!», corrí hacía el hombre y lo empuje, quitándole su pistola de las manos, acabé por apuntarle. Tenía frente a mí, el que pudo haber sido el responsable de tal atroz escena, no único que pensaba era desquitarme con alguien, pero jamás había disparado un arma de fuego, pero no me lo pensé mucho y acabé por jalar el gatillo y de esta manera, pude ver como una bala salía disparada ya atravesaba el cuerpo de aquel individuo y así poniendo final a una vida, lograr esa hazaña marcó un punto en mi vida en la cual ya no tendría un regreso, le había arrebatado la vida a un hombre, una vida que no me pertenecía a mí. De ésta forma comenzaba un nuevo camino que yo no elegí pero que debía seguir, el camino de llevar encima armas y disparar a todo enemigo que se cruze enfrente de mí, el camino de un asesino en una guerra. Yo acabé por llamarme a mí mismo un P.E.G.