Capítulo I

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—Al fin puedo estirar me

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—Al fin puedo estirar me... — elevó sus brazos hacia arriba logrando su cometido.

—Hanabi —escuchó su nombre, se volteo hacia una morena de ojos perlados y de cabellera negro con un ligero y exótico color azul, caminaba hacia la menciona con una maleta de color lila que arrastraba con delicadeza.

—¿Qué pasa Onee-chan?

Ladeó su cabeza. —Solo no te alejes de mí —advirtió —Después de todo solo estamos de visita

—Ya se, pero necesitaba estar un poco lejos de la gente, después de todo no siempre viajamos en camión... —replicó —Era mucho más fácil rentar un coche para llegar hasta aquí...

—Lo se... —admitió —Es que, no siempre salimos solas de viaje y me pareció interesante viajar en camión hasta Trongsa...

—Él que hayas escogido Himalaya como destino, me hizo saber lo duro que iba ser el viaje —suspiró cansina —Lo bueno es que me prepare mentalmente —sonrió.

—Agradezco que hagas esto por mi, Hanabi —musitó —Aunque no sentí pesado el viaje —recordó al mismo tiempo que llevaba un dedo a su mentón.

—Claro, como no tenías a una una anciana hablandote en un idioma que no entiendes o niños traviesos pateando y jalandote el cabello —soltó haciendo un mohín.

—¿De verdad? —preguntó sorprendida, la menor solo asintió —Esta bien, llamare antes al aeropuerto para nos manden algún transporte para que nos recoja cuando volvamos a Japón —indicó.

—Gracias —agradeció abrazando a su hermana mayor.

Realmente se notaba que la castaña no quería otro viaje tan estresante como la que recién tuvo.

—Onee-chan... —llamó —¿A qué horas viene Kurenai? —cuestionó separándose de ella.

—No debería de tardar, me había dicho que estaba en camino

—Espero que no tarde, ya tengo hambre

—¿Si quieres podemos comenzar a caminar?, quizás los encontremos de paso —tomó su maleta.

—¿Estas segura?, ¿no nos perderemos? —interrogó insegura.

—Claro, no es que estuviera tan grande Trongsa —sonrió —Todo el pueblo lo puedes recorrer a pie y no habría ningún problema

La miró con recelo —¿De verdad? —. Hanabi no creía que estuviera tan pequeño uno de los pueblos de la ciudad de Butan.

—De verdad. No te preocupes es más desde aquí podemos ver el monasterio —señaló —Sabias que fue el primer templo que se construyó al unificarse Bután...

—Esta bien, esta bien. Caminemos de una vez y solo porque ya me dio hambre —interrumpió tomándola de su muñeca para comenzar a caminar a lo que parecía al centro del pueblo.

Cazando a mi noviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora