Culpable

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Dos días han pasado, todas tuvimos que tener la valentía necesaria para sacar el cadáver de Poncho de la habitación. Para de esa forma llevarlo hasta el establo que en lugar de tener caballos, ahora parecía una pequeña morgue. El olor a carne descompuesta te causaba nauseas al instante de poner el primer pie allí, pero logramos soportarlo logrando olvidarnos del olfato por varios minutos ya que el llanto de Angelique parecía rompernos en mil pedazos la poca valentía que segundos antes nos nació.


El rostro de Poncho quedo intacto, de echo era como si estuviera manteniendo la mejor siesta que alguna vez pudo disfrutar. Era difícil descifrar que ese descanso era algo mas eterno, hasta que apreciabas los mas de cuatro hoyos que dejaron los impactos de bala por todo su tórax como si realmente no hubiera existido algún tipo de contemplación por parte de Eddy hacia el. Olvidándose de aquella amistad que los unió muchos años atrás, asesinado de forma directa y bastante precisa.


Al regresar a la casa yo misma fui la encargada de limpiar los rastros de sangre de mi propia habitación, lugar donde fue llevado a cabo el asesinato. Pensé que no seria capaz de hacerlo, pero debía ya que de algún modo quería borrar esa tristeza que ahora rondaba la casa abandonada. Esa nube de muerte que nunca nos imaginamos que surgiría al pisar esta maldita isla, es increíble que ahora lo vea como la peor idea que tuve alguna vez. Meses atrás esta expedición significaba un sueño hecho realidad, por supuesto en esa época no podía imaginar que mi querido hermano lo transformaría en una pesadilla.


Las horas de la noche pasaron más lentas de lo normal, Maite organizo varios turnos de vigilancia ya que pensaba que en cualquier momento regresaría Eddy por alguna otra victima y como ahora la mayoría éramos mujeres debíamos encontrar la forma de defendernos. Dulce fue la primera en cuidar, su turno fue de solo tres horas como ahora miramos el mejor lugar de descanso para todas la sala, pude tener la oportunidad de mirarla en todo momento. Sentada tambaleando su cabeza hacia delante y hacia atrás, esa típica maña que tenía cuando una desesperación o preocupación invadía sus pensamientos, incluso a pesar de la oscuridad de la noche podría jurar que la vi derramar algunas lagrimas. Quizás necesitaba un abrazo, una disculpa de mi parte o un simple y sencillo vamos a lograr salir de aquí. Pero la única verdad es que no tuve la fuerza necesaria para hacerlo, en todo momento solo fui una espectadora mas mientras los sollozos de Angelique no se callaban.



Desperté de un sobresalto, pues una mano acaricio mi rostro con suavidad. Cosa que me hizo abrir los ojos de inmediato, mire la hora en mi celular antes de identificar el rostro de Estefania. Me incorpore lentamente.


Prepare algo para desayunar, esta servido. Necesitamos comer algo –Opino Estefania-


-Anahi termino de levantarse- Esta bien.. –Miro a Angelique en una esquina aun envuelta en lagrimas- Angelique


Déjame en paz.. –Frunció el ceño con enojo Angelique-


Annie vamos –Pronuncio Estefania-


Seguí los pasos de mi mejor amiga, hasta lograr llegar a la cocina. Un desayuno bastante completo se mantenía servido en la mesa, lugar donde se encontraban Maite y Zora ya degustando de su primer platillo del día. Tomo asiento en una de las sillas y mirando como Estefania ocupa el puesto que se encuentra a mi lado derecho, no puedo evitar preguntarme donde esta Dulce. No decido callarme, en lugar de eso le doy un sorbo al jugo de naranja antes de preguntar.

DesolaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora