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El agua de la bañera cada vez se iba enfriando y yo no tenía ninguna intención de salir de allí. Me sentía abatido y cansado, sin ningún interés sobre algo. Solamente quería que la marea de este mar comenzara a subir y así, hundirme en ella para siempre. Aunque créanme que sin ninguna marea yo ya comenzaba a sumergirme en los suburbios de un arrepentimiento.

Las lágrimas ya no caían, era como si estas ya se hubieran cansado de llorar siempre y decidieron por mejor permanecer en su lugar, pero aun así, no evitaba el hecho de que mi entrecejo se encontrase totalmente fruncido y que mi boca a cada tanto lograra formar pucheros. Porque era inevitable sentir como los latidos de mi corazón se hacían cada vez más fuertes y como mi mente comenzaba a jugar de una manera atroz conmigo mismo. No podía sacar ese maldito sentimiento del corazón, hubiese sido mejor no haberme introvertido tanto con el, quizás ahora no estaría tan mal.

Sin embargo, cerré mis ojos, escuché como la fría lluvía golpeaba en la pequeña ventana del baño y como los autos pasaban salpicando los grandes charcos de agua. Fue una música para mis oídos cuando apenas oí el silbido de un pequeño pájaro, que de seguro tendría frío y miedo de que aquella tormenta acabase consigo. Así como lo estaba haciendo conmigo. Me senté y coloqué mis brazos en la fría cerámica mientras me hundía en ellos. Mis labios de a poco comenzaron a hincharse y a ponerse morados, mis nudillos se arrugaron y mi cuerpo tembló.

La lluvia aún no paraba.

No sabía yo que era lo que estaba ocurriendo con Jungkook, han pasado unos cuantos días desde que su amigo golpeó mi rostro y yo se lo devolví, ha pasado un largo rato desde la última vez que cruzamos miradas o algún tipo de palabras. Sin embargo, cada vez que el reloj movía su pequeña aguja, el castaño rubio iba desapareciendo en su propia esencia. Quería decir, no sabia que era lo que le estaba pasando pero el día de la boda cada vez comenzaba a acercarse y al parecer a él no le agradaba la idea. Porque de un día a otro esa sonrisa de conejo inundada en felicidad y esos ojos que siempre al traspasar la puerta de la oficina con cierto brillo de esperanza, comenzaron a  desaparecer por completo substituyéndolo por un rostro de agonía y un semblante serio. Ya no saludaba al entrar y ni mucho menos charlaba con Min Yoongi, sus ojos no emitían ningún brillo especial y sus pupilas estaban más oscuras de lo normal. Era el primero en salir y retirarse a casa, también había sido regañado por haberse quedado dormido encima de una elaboración de un plano y parecía que su cara se rompería en cualquier momento y se largaría a llorar allí mismo.

No cruzaba miradas conmigo y ni mucho menos alguna palabra, me evitaba al cien por ciento y yo no podía hacer nada para evitarlo. Quizás mi presencia después de todo comenzaba a cansarle o tal vez su mujer se enteró de que la otra vez tuvimos sexo en mi habitación. Vaya a saber uno que es lo que en realidad habrá pasado. Pero no quitaba el hecho de que me hacía preocupar de sobremanera porque presentía que su cambio de actitud había sido culpa mía.

Siempre era culpa mía.

Por eso ahora mismo me encontraba en la bañera debatiendo mentalmente si debía hacer algo o no. Pero recordé las palabras del blanquecino gritándome que me alejara de Jungkook porque era un estorbo y un problema para su futuro matrimonio, y quizás tenía razón. Yo ya no era nada de Jeon Jungkook, yo ya no podía ir ahora y preguntarle "Ey ¿Qué sucede? ¿Por qué de repente tienes esa cara?" el mismo me había dejado en claro que había perdido todo rastro de confianza en mi y no lo culpaba de ello porque hasta yo mismo había perdido confianza de mi persona.

-¿Mamá, tu estás conmigo verdad?- pregunté mirando al techo y volví a hundirme en la bañera.

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Un domingo por la mañana, ese último domingo que pasaría en Seúl ya que el trabajo con la empresa de arquitectura sería finalizado el día miércoles y supongo yo, por bocas de otros que el casamiento de Jungkook sería el viernes, me cambié con la pura intención de ir hacía una panadería y comprar algo para beber el café. Sin embargo, cuando estaba apunto de girar la perilla de la puerta y tirar de ella, los golpes en la madera hicieron que me detuviera por completo.

Jokes • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora