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Len ya había pasado varios días en la enorme mansión de Kaito, la casa le seguía dando jaqueca, seguía en él ese sentimiento de haber estado allí antes. Todos los días estaba aburrido, no hacía nada más que ir al trabajo de Kaito todo el día y después regresar y quedarse en su habitación mientras que Kaito se encerraba en su oficina para seguir con su trabajo para después llamarlo a la cena y comer entre un silencio algo incómodo

La rutina lo tenía loco, ya no soportaba ni un minuto más así, se suponía que Kaito era su tutor y hasta el momento no le había enseñado absolutamente nada. Un día, después que regresaran del trabajo de Kaito, él detuvo a Len que se dirigía a su habitación

— Len, espera — Len se detuvo y regresó con Kaito — acompáñame a mi oficina — ambos se dirigieron a la oficina

Len nunca había entrado en ese lugar, o tal vez sí, la oficina, al igual que toda la mansión se le hacía familiar y conocida, solo que no tenía ni idea de en dónde pudo haberla visto antes. Se sentó en una silla del escritorio y Kaito se sentó del otro lado, sacó de una mochila varías hoja, cuadernos y libros

— ¿con qué tema te gustaría empezar?— preguntó Kaito después de ordenar en el escrito todo lo que había sacado de la mochila

— ¿qué?— Len estaba confundido

— vamos a comenzar con las clases, no creas que siendo tu tutor te voy a dejar sin hacer nada — Len lo había olvidado por completo

Kaito comenzó a darle clases a Len. Para Len era entretenido, nunca le había tenido interés a los estudios más que nada por todo el acoso que recibió de parte de todos sus compañeros, pero en ese momento comenzó a sentirse más interesado

En toda la clase sus ojos no podían evitar poner más atención a Kaito que a lo que le estaba enseñando, supuso que era por la costumbre que tenía de verlo en el trabajo o tal vez por la curiosidad que le daba al sentir algo familiar mientras lo miraba. Fuese lo que fuese sus ojos se mandaban solos, era algo que simplemente no podía controlar. Pasadas unas horas el cansancio empezó a notarse en Len, bostezaba cada vez con más frecuencia y ponía menos atención, Kaito decidió parar y cargar a Len como si fuera una princesa, lo tomó de imprevisto mientras que Len bostezaba. Él ni siquiera se molestó en forcejear o salir del agarre de Kaito, no le importaba, se sentía bien estar con él de esa manera, su calidez, su delicada forma de tomarlo, su olor, todo le resultaba tranquilizante y así terminó dormido en sus brazos, con un leve rubor en sus mejillas, se veía demasiado tierno

Habían entrado a la habitación sin aviso de nadie, para ese entonces, esa habitación estaba más que prohibida para la entrada a los ninos. Eran solo ellos dos, los demás estaban jugando sin siquiera saber lo que ambos estaban haciendo a escondidas de todos

Tenía miedo, miedo de que en cualquier momento él pudiera entrar y descubrirlos, sabía que el regaño sería fuerte, era una persona muy estricta. Pero a lo que mas le tenía miedo, era que las consecuencias cayeran sobre su acompañante, que era el que lo había convencido de hacer esa travesura

— ¿E-estas seguro que no pasa nada? — preguntó con un notable temor y nerviosismo en su actitud, incluso mas de lo usual

— sí, no te preocupes, lo tengo todo controlado — dijo confiado el acompañante del más temeroso

— ¿y si nos descubren?— insistió

— no te preocupes, de todas formas me dirán algo a mí, te aseguro que a ti no te dirán nada, yo me encargo de eso . . . Además, siempre he querido entrar aquí, me tienen este lugar severamente prohibido y ya no puedo con la curiosidad de que tanto hay aquí que no puedo verlo

Comenzaron a ver todo a su alrededor, un escritorio enorme, libreros que parecían interminables, pilas de papeles sobre una mesa y el escritorio. Aunque nada de eso llamó la atención de los niños, sino un gran ventanal que dejaba ver el gran jardín de la mansión

— ¡mira!— dijo el mismo chico que los había adentrado allí — que bonita vista, creo que en ninguna habitación se ve tan bien el jardín— dijo mirando todo, ya conocía el jardín de su propia casa pero le parecía espectacular verlo desde ese ángulo — ¿No te gusta?

— sí . . . es muy bonito — se limitó a decir, aunque en verdad le gustaba

De pronto, comenzaron a escucharse pasos fuera de la oficina, ambos entraron en pánico, no sabían qué hacer y más el más pequeño de los dos. El padre del más extrovertido entró a la habitación sin tener en cuenta que ambos estaban allí, cuando los descubrió se enfadó pero se limitó a regañarlos y solo les dio la orden de que salieran de allí

—¿Ves? No pasó nada, mi padre no nos dijo nada — dijo tratando de reconfortar a su amigo

Sin embargo, pasado ese día y llegada la noche, el padre del chico lo citó después de la cena en su oficina. Él ya sabía lo que iba a suceder, era claro que el  regaño sería inminente

—supongo que sabes qué es lo que te voy a decir — el chico solo bajó la cabeza— no dije nada cuando los descubrí más que nada porque  no quería asustar a Len y sé que él no lo hubiera hecho por su cuenta . . . ¿Sabes por qué no los dejo entrar aquí? Porque puede haber cosas peligrosas

— lo siento, es solo que siempre había tenido la curiosidad de lo que había aquí — dijo sinceramente, pero no se arrepentía de nada

— si prometes demostrarme que en verdad tienes la habilidad para heredar todo esto, te prometo que esto será tuyo, Kaito

No fue lo que él había imaginado, pensó que habría gritos y reclamos de parte de su padre, pero no fue así, de hecho fue todo lo contrario, eso en verdad había sorprendido a Kaito



Mi chico shota (lenxkaito) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora