Prioridad: el despertar

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<<La habitación está bien iluminada>>.

Fue su primer pensamiento. Quizás pasar tantas décadas entre las penumbras de lejanas excavaciones le había enseñado a darle más valor a claridad. Pasó la mano de forma distraída por el alfeizar de la ventana. Las vistas eran impresionantes, aunque podrían haberlo sido más. Un dolor sordo se instaló en su pecho cuando vio los cráteres humeantes que estaban más allá del distrito médico. Thessia respondía muy bien a las reparaciones a pesar de que el paso de los segadores todavía era muy patente. Casas destruidas, escombros a medio quitar... Si algo bueno tenía era que había provocado el despertar de su pueblo. Las asari, siempre tan distantes y frías, tan manipuladoras, se habían volcado en arreglar los destrozos de las viejas máquinas. Y, por suerte, no solo en Thessia.

-Doctora T'Soni - dijo una enfermera con un tono enérgico y jovial. Ella parpadeó un par de veces, saliendo de su ensimismamiento-, ¿aún por aquí?

Liara esbozó una sonrisa cansada apartando la vista del mirador. Observó la habitación y dio un par de pasos hasta parar cerca de la cama del centro. Se le revolvió el estómago al ver todas las máquinas y aparatos médicos.

-No quiero que esté sola cuando despierte.

La enfermera empezó las comprobacionesrutinarias después de dedicarle una solidaria sonrisa.

-¿Sabe? -comenzó con un tono despreocupado- Si se despierta y la ve tan exhausta va a preocuparle. Debería ir a casa a descansar.

Liara negó de forma suave. No era la primera vez que intentaban que se fuera. Nadie esperaba que despertara. Lo veía en las miradas compasivas de las enfermeras. Lo escuchaba en las dulces y cuidadas palabras que utilizaban las médicas al dirigirse a ella. Después de la explosión de la Ciudadela el traje de Shepard había quedado destrozado. Cuando la encontraron entre los escombros apenas tenía pulso. Nadie podía explicar como había sobrevivido a la entrada en la atmósfera. Incluso si despertaba no podían predecir en que condiciones lo haría. Liara había perdido la cuenta de las veces que le habían recomendado dejarle descansar, permitirle marchar sin dolor y de forma limpia. Era, según decían, lo menos que merecía. Que todavía respirara era asombroso y que llegara a despertar sería un milagro.Pero si había alguien en la galaxia que había demostrado que los milagros existían era ella. Liara notó que sus labios temblaban cuando se acercó la mano de su capitana para darle un dulce beso.

- Si estoy con ella, estoy en casa -murmuró apartándole un rebelde mechón de la cara.

Ese día hacía seis meses que estaba allí. La mayoría de los hematomas y heridas visibles ya se habían curado. Pocos días después de que la ingresaran un especialistasalariano había llegado al hospital para encargarse de poner a puntosus implantes. Su estructura física en sí parecía haber sido bastante dañada en el aterrizaje. El estado de coma con su consecuente inactividad estaba ayudando a que sus huesos y músculos sanaran de forma adecuada. Aunque no le informaban de forma directa, al no ser familiar, la asari consultaba con regularidad los informes y comunicaciones de los doctores. Ventajas de ser el Corredor Sombrío, se decía a sí misma.

-He terminado por aquí -anunció lasanitaria-. Volveré más tarde para ver como le va.

Liara asintió con la cabeza, a modo deconformidad. Esperó a quedarse a solas para dejarse caer con delicadeza en el sillón de satén que había junto a la cama. Originariamente adornaba una de las esquinas de la habitación, pero ella se sentía mejor si estaba cerca.

-Garrus ha vuelto a llamar - dijo toqueteando de forma leve su omniherramienta-. Las reparaciones en Palaven van marchando. Parece que los krogan están ayudando a cambio de algunas naves de provisiones para Tuchanka. Wrex siempre sacaprovecho de cualquier situación, ¿verdad?

Una risita nerviosa escapó de sus labios al darse cuenta de como le temblaba la voz. Respiró un par de veces intentando controlarse, aunque fue inútil. Cada mañana le hacía un reporte completo de la situación general, como si siguieran en la Normandía. Ponía especial hincapié en la situaciónde sus antiguos camaradas en un intento de mantener una conversación que le fuera familiar. Seguramente al personal del hospital le parecía una estupidez, pero ella sabía que Shepard le escuchaba. Le hablaba, le leía, a veces incluso se quedaba callada durante horas acariciando su mano. Esperaba. Y la esperaba la estaba enloqueciendo. Por eso quería estar cerca. Allí le veía, le sentía respirar. Aquello le reconfortaba en cierta manera. Al menos, seguía viva. Los dos años que Cerberus pasó reconstruyéndola apenas podía comer o dormir. No podía parar de llorarle, aún cuando existía la posibilidad de que volviera. Se rindió. Se sumió en un mundo de intrigas y secretos para escapar de la propia oscuridad que se había instalado en ella. Apoyó la cabeza sobre el borde de la cama aguantando a duras penas los espasmos de llanto que luchaban por liberarse. Allí, aún en coma, ella veía su llama. Aquella aura de pasión que rodeaba a esa soldado testaruda e imprudente. Esa que la había sacado de las tinieblas con las que ella misma se había envuelto.

-No puedes dejarme sola otra vez -hipó antes de que las lágrimas comenzaran a escapar de sus ojos.

No sabría decir cuanto tiempo lloró, ni en que momento se quedó dormida de agotamiento. Lo cierto es que hacía meses que no dormía adecuadamente. Cuando despertó su cuerpo estaba agarrotado y tenso pero, extrañamente, se sentía bien. Alguien le acariciaba la cabeza de forma torpe y brusca, como si lo estuviera haciendo un niño pequeño que aún no controla del todo bien sus propios brazos. No sabía decir por qué, pero le reconfortaba. Escuchaba un murmullo de fondo. La voz le sonaba familiar, pero no quería abrir los ojos. Algo dentro de ella quería atesorar aquella sensación con urgencia. Como si fuera algo que llevara esperando desde hacía mucho tiempo.

-... avisarle. La doctora se pondrá muy contenta - alcanzó a oír.

Abrió los ojos de forma rezongona movida por la curiosidad. De nuevo, sin darse cuenta, su vista volvió a verse nublada por las lágrimas. Los intensos iris color esmeralda de Shepard estaban clavados en ella. Le daban la bienvenida.

-Shep...

Liara se percató de lo lejana que sonaba su propia voz. Sintió cada fibra de su ser tiritar al caer en la cuenta de que aquellas desastrozas caricias que sentían eran suyas. Se abandonó unos segundos a la emoción que le transmitía su tacto. Con delicadeza, como si manipulara el más delicado de losmateriales, tomó su manos entre las de ella para poder incorporarse.

-... hace unas horas - oyó como un rumor de fondo. La enfermera debía estar por allí también-. La comandante no quería...

Lo que estuviera diciendo no importaba. No quería datos, ni felicitaciones. Y, aunque lo hubiera querido, no podía escucharla. No existía nada más que ella en la galaxia en esos momentos. Apenas notaba los leves apretones que su mano se esforzaba por darle. Estaba demacrada y parecía haber perdido mucho peso pero había despertado. Sus ojos, que parecían más verdes que nunca, hablaban de victoria.



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⏰ Última actualización: Oct 22, 2017 ⏰

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